Espanyol
Tensión y pasión
Los partidos entre Atlético de Madrid y Barcelona no son los del siglo, pero suelen ser del año. El resultado final suele ser impredecible. Esta vez el marcador fue favorable al equipo catalán, que rompió el maleficio de los últimos años. El encuentro acabó con más tensión y pasión de la previsible. El árbitro tuvo que recurrir a las cartulinas amarillas, nueve. para calmar a algunos y la roja a Ujfalusi, quien lesionó a Messi en acción que, aparentemente, no fue violenta.
Marcó Messi el primero y empató Raúl García. Volvió a marcar el equipo barcelonés, Piqué, lo que no desmentía la costumbre, sino que la acentuaba y convertía el pronóstico en incierto.
Salió el equipo madrileño con presión para intentar destruir el sistema de juego barcelonista. La fórmula duró poco. Cuando los barcelonistas comenzaron a poseer la pelota se vio que, ante la calidad del toque, la triangulación y las ayudas para pasarse el balón con facilidad solamente manteniendo alto nivel en la velocidad y la presión se podía equilibrar el encuentro.
Los ataques atléticos, salvo en los minutos finales, no pasaban de la zona media contraria y los contragolpes barcelonistas acababan siempre en remate. Porque lo importante no es solo crear la jugada, sino acabarla aunque el disparo no encuentre el camino deseado hacia la portería rival.
Las tarjetas fueron dato que evidenció la fuerza con que se disputó el balón. El Atlético no logró crear ocasiones para que las aprovecharan Forlán y Kun Agüero y el Barça tuvo media docena. Falló clamorosamente Messi y el guardameta rojiblanco, David De Gea, con sus paradas, se erigió en la figura del partido.
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