
Cataluña
Y ahora los nacionalistas vascos por César VIDAL

El desguace del archivo de Salamanca para halagar a los nacionalistas catalanes constituye uno de los episodios más bochornosos de la reciente Historia cultural de Occidente. No sólo es que nunca se produjo un desmembramiento de archivos semejante en el mundo civilizado sino que además para perpetrarlo, el Gobierno de ZP se entregó a las fullerías. Moviendo los sucios triles anduvieron sujetos como Mayor Zaragoza que en la UNESCO había defendido la necesidad de conservar íntegros los archivos de la extinta URSS a pesar de la independencia de las repúblicas, pero en España, se sumó a la causa de la progresía. Por lo visto, haber sido el rector universitario más joven del franquismo debe constituir un pecado que hay que hacerse perdonar descendiendo a las mayores vilezas. De nada sirvió la opinión contraria de los especialistas, ni tampoco el ejemplo internacional ni – mucho menos – la legalidad vigente. Había que despojar el archivo de Salamanca y arrojar los frutos del sangrante expolio a las fauces del nacionalismo catalán y como siempre que hay saqueos las dentelladas no sólo fueron injustas y despiadadas sino, por añadidura, absurdas. En Cataluña, acabaron documentos de municipios murcianos o de personas que nada tenían que ver con esta hermosa región española. Daba lo mismo. El caso era demostrar que podían quedarse con lo que se les pusiera en las barretinas. Aseguró el Gobierno que no se dividiría más el archivo porque el escándalo había traspasado nuestras fronteras. Pero sabido es que las acciones de ZP tienen menos reglas que Bibi Andersen y que están motivadas por un deseo inquebrantable de aferrarse a un poder cuya legitimidad de hecho pasó a la Historia hace tiempo. Ahora la ministra Sindescargas parece anunciar que están dispuestos a entregar lo que es de todos a otro de esos nacionalismos – el vasco– que niegan la simple existencia de España salvo para vaciar sus bolsillos. De nuevo, para mantener las miserias se paga con el patrimonio nacional como si fuera la cuenta corriente personal. Ya lo dijo aquella ministra de incultura de ZP, «el dinero público no es de nadie» y el patrimonio cultural de todos es de los nacionalistas si se empeñan.
César VIDAL
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