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«Generación Z»

La Razón
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Pocos discuten que Cameron impulse un plan para ajustar las cuentas en el Reino Unido cuando las políticas de Europa van encaminadas a contener los déficits. Son más los que discuten cómo hay que hacerlo. Los jóvenes británicos se han expresado con contundencia contra los recortes que les afectan y se han lanzado airados a las calles por la subida de las tasas universitarias que podrán triplicarse a partir de 2012. Una ira, sobre todo, contra Nick Clegg, quien cosechó votos antes de estar en el gobierno prometiendo que esa medida jamás se tomaría.

El castigo de los ciudadanos a sus mentirosos líderes se hace en las urnas, pero los jóvenes británicos no han querido esperar los tres años y medio que restan para esta cita y han saldado cuentas a pedradas. No son aquella juventud británica que en los sesenta se convertiría en la más alegre del mundo, inventando minifaldas, yerbas, colores, Beatles y orgías perpetuas. Estos jóvenes de hoy luchan por seguir sus estudios universitarios para, con alta probabilidad, engrosar las listas del paro. Claro que si hablamos de España, el desempleo entre los jóvenes supera el 43%, más del doble de la tasa general de paro y más del doble de la media juvenil europea.

Por eso la desilusión y el desespero recorren las grandes capitales de Europa. Lo mismo en Londres, que en París, Bruselas, Praga o Atenas. Aunque aún no ha contaminado, afortunadamente, Madrid. Hace apenas cuatro años ardió París, durante todo un mes, bajo un alarmante desbordamiento policial. Y en el recuerdo de todos está la muerte por disparos de la Policía del joven Alexandros, hace dos años en Grecia. Los jóvenes griegos lo han recordado desde entonces en numerosas manifestaciones no exentas de tumultos.

«Queremos un mundo mejor, ayudadnos, no somos terroristas, somos vuestros hijos... ¿dónde están los padres?, ¿dónde están los artistas?, ¿por qué no salen a la calle?, ayudadnos», fue uno de los mensajes enviado por los jóvenes griegos a los medios de comunicación de su país. Que bien podría haberse escrito en cualquier otro lugar del mundo que llamamos desarrollado. Desesperanza, abatimiento, desánimo es lo que describe porque por primera vez esta generación vivirá peor que sus padres. Nada que ver con aquella «generación X» del baby boom, o con la «Y» de la revolución tecnológica. Ya se habla de «generación perdida», de «generación Z» en España, de generación «ni-ni», que ni estudia ni trabaja.

¿Qué han de hacer los políticos ante esta situación? Desde luego proteger a los jóvenes. Hacer reformas para favorecer su formación y empleo. Para evitar la ruptura social. No es baladí que en dos años, la valoración de Obama se haya desplomado. Tampoco es casual que la confianza en Cameron, Papandreu o Sarkozy haya caído en tiempo récord, como ahora le está sucediendo a Zapatero. Los jóvenes son el plato más apetitoso de los políticos en campaña electoral. Pero, afortunadamente, gozan de la mejor de las memorias y son los más exigentes.