Consejo de Ministros
Dos medidas farmacéuticas por Sergio ALONSO
Pródigo como pocos en el uso de cortinas de humo mediáticas para intentar tapar las graves secuelas de la crisis, el Gobierno ha logrado apagar con el debate artificial de la muerte digna, previamente calentado por sus organizaciones satélite, dos importantes decisiones que afectan a la prestación farmacéutica. Una de ellas es la de la dispensación de fármacos mediante unidosis. La otra afecta a la prescripción enfermera, la eterna batalla que el Consejo que comanda Máximo González Jurado está ganando con pulso de cirujano y mano de hierro a las diluidas organizaciones médicas españolas. El asunto de la unidosis no es nuevo. De hecho, ya se ensayó en la época del PP y se llegó a varias conclusiones. La fundamental es que pese a su inmejorable apariencia de cara a evitar la acumulación innecesaria de fármacos en los hogares y su presumible capacidad para contener el gasto, era irrealizable. El sobrecoste derivado para la industria de fragmentar los envases e incorporarles prospectos individuales era mayúsculo. La adjudicación de esta tarea a los boticarios y su pago por acto en lugar de por margen para retribuirles, amén de los posibles riesgos de la manipulación de los fármacos, obstaculizaban también la puesta en marcha de la medida. De ahí su paralización. Se trata de aspectos todavía no limados, que pueden dar al traste con el proyecto resucitado ahora por Pajín. En materia de prescripción alternativa, baste reseñar un dato. Las enfermeras podrán indicar fármacos a los pacientes con tan sólo superar un curso de 150 horas, o de 300 si se trata de algunas terapias especializadas, según el decreto elaborado por el Ministerio. El peso de la Enfermería crece mientras decae el de otras profesiones mucho peor representadas.
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