Lorca

El Congreso resucita el Impuesto de Patrimonio con una crítica unánime

La izquierda lo apoyó con reparos y todos los grupos coincidieron en su «populismo»

Salgado, ayer, a la salida del Congreso tras la última sesión de la Legislatura
Salgado, ayer, a la salida del Congreso tras la última sesión de la Legislaturalarazon

MADRID- Rubalcaba puede estar satisfecho. El Impuesto de Patrimonio, el mismo que eliminó el Gobierno de Zapatero hace poco más de tres años con argumentos aplastantes, vuelve a estar en vigor, después de que el Congreso convalidara ayer el decreto con el que el Gobierno eliminó la bonificación del 100 por cien que aplicó al principio de su mandato. Un regalo que el presidente le brinda al candidato del PSOE después del trágala de la reforma constitucional y que no busca más que pescar votos en la desmoralizada izquierda con el argumento de que hay que obligar a los ricos a pagar más impuestos.

El planteamiento, electoralista y populista, ha calado en la opinión pública a pesar de que ni un 1 por ciento de los contribuyentes tendrá que pagarlo y que la estimación de los ingresos no llega ni a los 1.000 millones de euros. Eso siempre que el PP no decida volver a suprimirlo si, como se prevé, regresa el 20-N al Gobierno, algo que todavía es una incógnita. De momento, los populares lo que no han hecho es caer en la trampa del candidato del PSOE de votar contra la convalidación del decreto que resucita el impuesto para los patrimonios superiores a los 700.000 euros para evitar que en campaña se les pueda acusar de no querer que paguen más quienes más tienen. Se abstuvieron. Y lo mismo hicieron CiU y PNV, CC, UPN y UPyD, todos contrarios a la recuperación del tributo. La convalidación salió adelante sin votos en contra (bueno, hubo dos por error, de un popular y una socialista). Votaron a favor, además del PSOE, la izquierda minoritaria: IU, ICV, ERC, BNG y Nabai. Y lo hicieron a regañadientes. Unos por considerarlo insuficiente y otros por electoralista. No estuvieron durante la votación la vicepresidenta económica del Gobierno, Elena Salgado –que tras defender desde la tribuna del Congreso la recuperación del impuesto sólo para los ejercicios 2011 y 2012, salió rumbo a Washington– y tampoco Mariano Rajoy, de visita en la localidad murciana de Lorca.

La vicepresidenta, que defendió el carácter temporal de la recuperación del tributo desde la confianza en que en la próxima Legislatura se pueda desarrollar un impuesto que «grave con más capacidad de conocimiento» toda la «capacidad económica» de los contribuyentes más ricos, y no sólo su patrimonio. Aun así no se libró de la crítica unánime de toda oposición por el carácter electoralista e improvisado de la decisión adoptada a instancias del candidato socialista, ausente durante el debate, pero veloz a hacer declaraciones tras la votación para felicitarse por el resultado y advertir a las comunidades que se declaren «insumisas» que perderán dinero. Y todo esto, pese a que Salgado había reiterado que la norma no afecta a la autonomía financiera de las comunidades ni a las compensaciones previstas en la Ley Orgánica de Finalización Autonómica (LOFCA), porque ésta es «imposible» de modificar por un mero decreto. Que se aclaren.


La amarga herencia de Salgado
La vicepresidenta económica, Elena Salgado, afrontaba ayer su última intervención en el Hemiciclo del Congreso de los Diputados. Y lo hacía dejando la economía española herida de gravedad, con un crecimiento económico previsto del 0,8%, muy por debajo de la media europea, con una inflación del 2,7 por ciento o la prima de riesgo por las nubes, entre otros indicadores económicos. Pero por si fuera poco, centró su último discurso en defender la recuperación del Impuesto sobre el Patrimonio, que ella misma rechazó hace apenas año y medio. Ayer olvidó su postura inicial y defendió la recuperación del tributo a corto plazo porque espera que en la próxima legislatura se pueda desarrollar un impuesto «que grave con más capacidad de conocimiento» toda la «capacidad económica» de los contribuyentes más ricos y no sólo su patrimonio. Un impuesto que, a su juicio, permitirá «reforzar la estabilidad presupuestaria y la equidad». Todo lo contrario de lo que pensaba hace apenas año y medio.