Administración Pública
Rebelión en la granja de «Pepito»
En la granja extensiva del empleo público andaluz los sindicatos de clase proclaman que todos los trabajadores son iguales pero, como en la obra de Orwell, unos son más iguales que otros.
Así, por ejemplo, están los funcionarios, quienes, más o menos todos ellos, han pasado por el trámite parecido de superar unas oposiciones. La Junta de Andalucía, que de entrada jura y perjura aceptar este principio, pretende sin embargo por alguna extraña razón que el granjero y el abrevadero sean comunes a todas sus especies laborales aun cuando a cada una le siga aplicando su particular ración de pienso. Y claro, la gran incógnita no es otra que la convivencia futura partiendo de la creciente percepción de que las cantidades de comida serán menguantes.
Además, inevitablemente, al cohabitar bajo el mismo techo, surgirán problemas de horarios, de hábitos y de rutinas, y más pronto que tarde aparecerán las temibles envidias y las odiosas comparaciones según el granjero pueda repartir afectos y preferencias o dedique más tiempo según a quién.
La tentación de hurgar en el saco del pienso de la mayor calidad será asimismo difícil de embridar resultando que las previsibles disputas provocarán que la granja esté siempre sucia y desordenada. Por tanto, lejos del ahorro y la eficiencia perseguidos, no será extraño observar granos por el suelo y ejemplares ocupando establo ajeno, y, llegada la hora de los sacrificios –que en una granja siempre llegan y más en tiempo de crisis– no les cuento cómo se desatará el nerviosismo y la agitación generalizada.
Sí, en esta granja de «Pepito» Griñán son demasiadas las incógnitas. Al parecer lo único contrastado es que no se practicará la (agri)cultura de la subvención porque, según reciente hallazgo, esta mala hierba ha mandado excesivo tiempo en la tierra andaluza. Veremos si en ganadería descubre también «Pepito» la pólvora o más bien no le termina estallando en las manos.
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