Andalucía
Los daños colaterales del escándalo: 1500 prejubilados legales sin cobrar su ERE
La región concentra a la mitad de los afectados en España por los impagos de la Junta y Apra Laven
Madrid/Sevilla- Los medios no suelen hablar de ellos. Aparecen los que cobraron expedientes de regulación de empleo (ERE) sin poner los pies en una empresa o los que han hecho dinero rápido y fácil. Pero no ellos, los prejubilados legalmente que, tras décadas de trabajo en las empresas, creían que, con los ERE subvencionados por la Junta, no iban a tener problemas con su mensualidad. Hasta este año fue así. En 2011 han descubierto lo equivocados que estaban.
Los afectados por la quiebra de Apra Laven –de la que culpa a la Junta por el impago de 32 millones– pueden llegar a los 3.000; al menos, la mitad de las primas en Andalucía. En ese total se incluyen casos como el de Kraft, en el que la Junta no tiene nada que ver, pero que por la quiebra de la aseguradora tampoco cobran.
Están sorprendidos, indignados y, sobre todo, son más pobres. No han cobrado enero, la espera en febrero fue en vano y no llegó nada en marzo. Temen que en abril tampoco reciban su paga. La aseguradora Apra Leven, con la que la Junta y las empresas acordaron el pago de las jubilaciones, ha quebrado, en parte, argumentan, porque la Junta no le ha pagado los 32 millones de euros acordados. Fue la mediadora Vitalia Vida, en el punto de mira de la investigación, la que gestionó la mayoría de las prejubilaciones para Apra Laven. Los prejubilados firmaron lo que les dijeron y, al final, lo que no les llega es el dinero –con el que tienen que pagar la subida de la electricidad o del euríbor o la Seguridad Social–, como establecía el acuerdo. «Este mes –dice una afectada– me han pasado el seguro del coche y me han descolocado el presupuesto. Mi marido trabajaba en Hitemasa (donde se prejubilaron legalmente más de 400 personas y, al menos, cinco de manera fraudulenta, entre ellos, el ‘conseguidor' Juan Lanzas y su mujer, su cuñada y la pareja de dos de sus ex compañeros). Hemos estado recibiendo su paga desde 2001 y, aunque el verano pasado hubo retrasos, al final cobramos. Llevamos dos meses sin nuestro dinero. Tenemos suerte de que hemos sido cuidadosos, pero el día que te llega un pago excepcional, pues lo pasas mal», cuenta. Y cuando buscan información ven que hablan de su empresa, pero no ellos, sino de los que se llevaron el dinero sin problemas: «Mira, yo no soy socialista, pero siempre he tendido más hacia la izquierda y esto me repatea. Me he desencantado». Le pedimos una foto, para que se ponga cara a sus palabras. «Mejor no», responde con miedo a no cobrar más si sale en los medios.
Tampoco quieren aparecer los empleados de Samec. Cuando en 2007 empezaba a ir mal, prejubiló a los mayores. Las condiciones eran buenas: hicieron cuentas y apenas perdían poder económico. Como mucho, la paga extra. La empresa y la Junta llegaron a un acuerdo con Apra Laven para que se hiciese cargo de las pagas. Un error que están pagando los prejubilados: «Mi marido está muy nervioso y enfermo», explica una mujer. Tienen 58 y 56 años, una hipoteca, un hijo soltero que está estudiando y una hija embarazada con su marido en paro. Llevan dos meses sin cobrar y empiezan a sospechar que su futuro, a su edad, está en el aire. «Firmamos todo legalmente. Mi marido estuvo trabajando unos 30 años y pasó por varios puestos. Ahora vemos en las noticias que en el ERE de Samec metieron gente de manera fraudulenta. El que ha hecho eso es un sinvergüenza. Nos han ‘pringao'».
Las historias se repiten entre los afectados y los dramas son parecidos: unos pueden aguantar unos meses más; otros están bastante peor, tienen hijos, alguno en paro, y el dinero que recibían servía para los gastos de la familia. Se sienten abandonados y tienen miedo de ser utilizados políticamente. Mientras, leen en los periódicos que personas que no conocen, que nunca ficharon en el torno ni pisaron la fábrica ni trabajaron ni se ganaron el sueldo, sí han cobrado el ERE.
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