París

Un bebé sin espacio en el Elíseo

No tendrá habitación propia en el palacio, «si acaso una cuna», apunta una Bruni reconvertida en rígida «mamma» italiana 

Un bebé sin espacio en el Elíseo
Un bebé sin espacio en el Elíseolarazon

La cuenta atrás ha comenzado en el Palacio del Elíseo. De sus muros no se filtra ni una noticia, pero todos saben que la ocasión es histórica. Nunca antes la residencia presidencial, acostumbrada a acoger jefes de Estado y otros altos dignatarios, había tenido que prepararse para la llegada de un nuevo y pequeño inquilino. Quizá porque nunca antes una primera dama de Francia había hecho padre a un presidente en ejercicio. Ya había desvelado Sarkozy al llegar al trono de la República sus intenciones de romper con la tradición de los últimos treinta años, pero quién iba a imaginar que no sólo se refería al plano político. En pleno mandato, el presidente francés se ha separado, vuelto a casar y ahora se dispone a estrenar paternidad en los mismos salones que antaño ocupara la favorita y muy influyente amante de Luis XV, Madame de Pompadour.

Aunque cabe pensar que el vástago del jefe del Estado no pasará mucho tiempo en los apartamentos privados del Faubourg Saint-Honoré. De hecho, la futura mamá, Carla Bruni, ya ha dejado caer que no habrá cuarto para el niño en el palacio. «Como mucho una cuna», confesaba en una reciente entrevista al canal de televisión galo TF1.

Atrás han quedado ya los primeros meses en que la ex top model ocultaba su incipiente tripa con un chal cuando veía merodear a algún fotógrafo. Rendida a la evidencia de sus ocho meses de embarazo, la cantante, que pese a la redondez sigue luciendo una estupenda silueta, ya no se esconde de las cámaras. De hecho, el pasado fin de semana se dejó fotografiar durante las jornadas del patrimonio en las que se abrieron al público las puertas del Elíseo. Una maternidad que le sienta fenomenalmente pues no le ha impedido ser elegida por «Vanity Fair» como «la mujer mejor vestida del mundo» en 2011, por su elegancia «clásica pero "chic"», incluso con sus look premamá.

Pese a que en sus últimas apariciones públicas ha elegido el riguroso negro –que estiliza su figura–, la prominente curva hace vaticinar que saldrá de cuentas en no mucho tiempo. A finales de octubre, según sus propios cálculos, aunque reconocía que a partir del próximo día uno «puede llegar en cualquier momento». Tanto es así, que a la cigüeña se la estaría esperando sin más tardar hacia el día tres, según las últimas revelaciones. El descuido verbal, voluntario o no, proviene una vez más del patriarca de los Sarkozy.

El padre del presidente, Pal Sarkozy, no sólo sugirió la fecha al diario alemán «Bild», sino que ha asegurado que la criatura tendrá un bautismo en toda regla. «Se hará por el rito católico romano», explicaba. Una precisión que no carece de pertinencia, pues cabe preguntarse si con las «reacciones epidérmicas de izquierda» que Madame Bruni-Sarkozy confiesa tener, y su pasado algo hippie, ésta hubiera preferido ahorrarse la pila bautismal.

A apenas unos días del feliz acontecimiento, muchas son todavía las incógnitas. Por supuesto, el nombre de los padrinos –que como mandan los cánones eclesiásticos serán los responsables de guiar espiritualmente al vástago más esperado de la V República gala–, además del sexo de la criatura, o las criaturas. Porque hasta el momento ninguno de los padres ha desmentido que sean gemelos lo que está en camino, como adelantaban hace unos meses algunas publicaciones de la prensa gala del corazón. Un rumor que tendría su fundamento. Según medios del país vecino, el matrimonio elíseo podría haber recurrido a vías alternativas de inseminación ante la imposibilidad de la primera dama para quedarse embarazada, y eso, pese a las muchas ganas –e intentos– que ésta ha reconocido.

¿Niño o niña? A la futura madre le da igual. «No tengo preferencias», decía en dicha entrevista, asegurando de paso desconocer cualquier detalle sobre el bebé: «Quiero que sea una sorpresa». Aunque cuesta creer que el padre de la criatura, jefe del Estado de Francia a la sazón, no haya pedido un informe completo y minucioso sobre su próximo heredero.

Pero mientras se sale de dudas, las porras, apuestas y los «top ten» sobre el nombre que llevará la criatura arrasan en internet. También las encuestas: «¿Por qué tipo de nombre optarán los padres: clásico, bohemio, afrancesado o anglosajón?» Si es chica, «Marie» se lleva la palma. Y si es chico, los tradicionales «Jules» o «Baptiste» quedan bien situados. Aunque a la hora de proponer los hay que no carecen de humor –y bastantes dosis de sorna–, pues creen que Napoleón o Alejandro (Magno) encajaría muy bien entre una prole compuesta por Pierre (como «el Grande»), Jean y Louis, los hijos de Sarkozy; y Aurélien, diez años, y hasta ahora único vástago de Carla Bruni, fruto de una anterior relación con el filósofo Raphaël Enthoven.
Pañales biológicos
Aunque el embarazo esta transcurriendo al parecer sin complicaciones, a la cantante se le está haciendo, sin embargo, no sólo interminable, sino insoportable. «Ya no puedo más», exclamaba hace unos días en una reunión con becarios de su fundación. Y es que nueve meses sin fumar, adicta como es al cigarrillo, y sin probar una gota de vino, es para la modelo todo un sacrificio. Pero la gestación no sólo tiene inconvenientes, también algunas recompensas y sobre todo el derecho a un sinfín de caprichos. Aunque en antojos parece que su esposo y presidente está mejor servido que ella. Según cuenta el satírico «Canard Enchaîné», Sarkozy no dudó este verano a su regreso de Nueva Caledonia, en hacer ir hasta Pekín un Falcon de la República francesa vacío para recogerle y llevarle directamente, sin pasar por París, a Saint-Tropez, al encuentro de su bien amada. Y todo porque el recién adquirido superjet presidencial en el que viajaba, bautizado por la Prensa como «Air Sarko One», era demasiado grande para aterrizar en ese aeropuerto de la Costa azul.

La ventaja de apellidarse Sarkozy-Bruni es que uno llega al mundo rodeado de cientos de regalos. Aunque por ahora sólo ha trascendido el envío de un gran lote de pañales en algodón biológico, lavables y reutilizables, por gracia de un fabricante galo que ha visto una gran ocasión de promocionar su trabajo y de paso concienciar a la «primera familia de Francia» en materia de sostenibilidad medioambiental. «Uno de ellos tiene forma de fresa y el otro es blanco, un color neutro porque todavía no se conoce el sexo del niño. Además, son muy prácticos; en lugar de tirarlos a la basura, sólo hay que meterlos en la lavadora», asegura su creadora.

Donde todo parece también estar preparado es en la clínica La Muette, a sólo unas calles del domicilio de Bruni, en el residencial y exclusivo distrito XVI de París. Una discreta maternidad en la que no salen de su hermetismo, limitándose a repetir la manida frase del «ni confirmo ni desmiento». El mismo secretismo que desde el inicio rodea el proceso de gestación de un bebé, al que medio mundo espera aunque muy pocos verán, porque ya lo ha advertido su madre, «no habrá fotos ni exposición mediática». Y además, afirma estar dispuesta a hacer «todo lo que pueda para protegerlo», como buena «mamma italiana».

Un parto «high class»
De no ser por los interruptores para avisar al personal sanitario, la estancia de la fotografía que acompaña esta información parecería una habitación de hotel. Sin embargo, se trata de una de las salas de la clínica La Muette de París, donde Carla Bruni dará a luz en los próximos días. En Francia, el centro goza de una gran prestigio en la asistencia al parto –es el mejor de la capital de Sena– y, por ende, también es uno de los más caros. Una habitación individual en esta clínica cuesta unos 250 euros diarios, aunque este precio no incluye ningún gasto adicional ni los servicios médicos.

Príncipes destronados
Aunque ninguno está ya en edad de sufrir excesivamente por los celos, parece que, a sus once años, Aurélien (abajo a la izqda.)–el hijo que Carla Bruni tuvo con Raphaël Enthoven– es el que más podría verse afectado por la llegada de un nuevo hermano. Máximo cuando sabe que su madre se dedica a asegurar en las entrevistas que no cometerá con su bebé los errores en los que cayó con el primogénito. Se refiere, claro está, a la visita a Eurodisney que confrimó su romance con el presidente francés: mientras toda la Prensa pudo fotografiar ese momento paternal de Sarkozy con Aurélien sobre sus hombros, ahora mamá Bruni se limita a decir que no expondrá al retoño. Menos recelos tendrá el clan Sarkozy. Sus dos hijos mayores, fruto de su primer matrimonio con Marie-Dominique Culioli, han encauzado ya su vida: Pierre, de 25 años (abajo, a la dcha.), hace sus pinitos en el mundo del rap; y Jean (arriba, a la dcha.), sigue los pasos de su padre como presidente del UMP en los Altos del Sena. Louis, de 14 años, (arriba a la izqda.) es el único hijo que el presidente francés tuvo con Cecilia. Aunque es muy tímido, se ha dejado ver acompañado de Carla Bruni en numerosos actos.