Francia
«Indignez Vous»
Salvando los dos o tres centenares de antisistema y perroflauta que se han sumado al grito del Movimiento 15-M, esta manifestación que siguen miles de jóvenes –y mayores– en la calle es saludable, necesaria y esperada. La pólvora que no han encendido los partidos con una campaña plana, de hilo musical de la salita de espera del dentista, ha prendido en internet. Otra vez la red se ha convertido en el único percutor capaz de hacer saltar a las masas a partir de un «twitt», envejeciendo la parafernalia de los mítines y de las caravanas.
En el último tramo de la manga electoral ha llegado a España el rebufo francés del «indígnate», el grito de 32 páginas –«Indignez Vous»!– con el que Stéphane Hessel reventó el mercado editorial. Después de que en Francia la gente estrangulara las gasolineras por el aumento de la edad de jubilación y de que en Gran Bretaña se echaran a la calle por el subidón de la matrícula de la Universidad –el movimiento contra los sátrapas islámicos es otro cantar–, algo comienza a moverse en este país, hasta hace dos minutos un manso predio cercado por una escombrera de paro, despilfarro y corrupción. Es justo indignarse. Y es sano. Es justo indignarse cuando en España la tasa de paro supera el veinte por ciento, en Andalucía roza el treinta, uno de cada dos jóvenes está en la cola del Inem haciendo guardia y planea el fantasma de una «generación perdida» (el Fondo Monetario Internacional dixit). Hay motivos. La congelación de las pensiones y la bajada salarial (primero en las empresas privadas y luego a los funcionarios) como traca final de los años en los que las administraciones convirtieron el dinero público en pólvora del rey; las grandes tramas de corrupción política que dejan cornadas de espejo en esta piel de toro; los más de cien imputados que irán en las listas el próximo 22 de mayo; la vuelta del terrorismo a las instituciones; la domesticación de unos sindicatos a los que, como a Ícaro, se les han derretido las alas de tanto acercarse al pesebre incandescente de la subvención... Era de esperar que en algún momento supurara el grito alejado de los partidos y de los sindicatos, que en esta calima electoral se moviera una leve brisa. Justa es la indignación. Pero no olvidemos que la forma fundamental de enfibrar la democracia es participando. El grito no es «a las barricadas», sino «a las urnas».
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