Crisis política en Italia
Berlusconi en la cuerda floja
roma- El Gobierno italiano vuelve a estar en el alambre. Tras no poder sacar adelante los presupuestos esta semana debido a las numerosas ausencias de diputados de su partido, lo que provocó la pérdida de la mayoría parlamentaria del Ejecutivo, Silvio Berlusconi se verá hoy obligado a someterse a un voto de confianza cuyo resultado decidirá su permanencia en el poder. Ayer, «Il Cavaliere» pidió el respaldo de la Cámara Baja cargando contra la oposición y asegurando que su Gobierno es el único capaz de «defender el interés nacional» y de sacar a Italia de la crisis.
Sus palabras no fueron escuchadas por la gran mayoría de los diputados opositores, quienes abandonaron el aula cuando comenzó a hablar como señal de protesta. Sólo quedaron sus correligionarios y los parlamentarios del Partido Radical, siempre dispuestos a dar la sorpresa. Tener a la audiencia ganada de antemano no tuvo los efectos esperados: al lado de Berlusconi, su principal aliado y líder de la Liga Norte, Umberto Bossi, siguió el discurso entre continuos e indisimulados bostezos.
Fue una evidente metáfora de la situación por la que atraviesa el Ejecutivo italiano: somnoliento y sin capacidad ya para convencer a nadie. «No hay alternativas creíbles a mi Gobierno. Las elecciones anticipadas no son una solución a los problemas que tenemos», afirmó el mandatario, reconociendo eso sí la necesidad de acudir a las urnas en caso de que fracase la moción de confianza de hoy.
En este escenario, «Il Cavaliere» descartó la opción de un Gobierno técnico, como piden algunos, pues en su opinión no tendría la fuerza necesaria ni sería aprobado por los ciudadanos. También arremetió en su alocución contra la oposición, asegurando que está «dividida e incluso desaparecida», y volvió a hablar de las reformas que tanto necesita el país pero nunca se concretan. «Italia saldrá adelante batiendo al partido de los pesimistas», garantizó.
En los últimos meses, Berlusconi ha ido perdiendo un apoyo tras otro. Primero llegó el distanciamiento de los votantes, demostrado en las derrotas en Milán y Nápoles en las municipales de mayo. Luego surgió el enfrentamiento con los empresarios, personalizado en la polémica abierta con Emma Marcegaglia, presidenta de la patronal italiana. El último sostén que le ha fallado es el del episcopado. El cardenal Angelo Bagnasco, presidente de la Conferencia Episcopal italiana, cargó hace un par de semanas contra Berlusconi, su licenciosa vida privada y la denigración de la situación política del país.
El discurso de «Il Cavaliere» cosechó las esperables reacciones. Bossi, superado el sopor que mostró en el aula, afirmó que le había convencido y garantizó que «mañana seguiremos teniendo un Gobierno». En la misma línea se mostraron los diputados del partido del mandatario, incluso los más díscolos con el «jefe».
En la oposición, las habituales críticas. El líder del Partido Democrático, Pier Luigi Bersani, dijo que la alocución del primer ministro había sido «penosa en el plano político», pidiendo su inmediata dimisión. Rosy Bindi, presidenta de esta formación, fue un poco más allá al manifestar: «Me pregunto durante cuánto tiempo más deberemos seguir sufriendo una humillación de este tipo».
Según el líder del partido centrista UDC, Pier Ferdinando Casini, el premier superará la votación de hoy pero convocará elecciones el año que viene y no agotará la Legislatura. En su intervención, el magnate de los medios de comunicación alabó el papel que ha desempeñado durante estos días por el presidente de la República, Giorgio Napolitano, quien había pedido a Berlusconi que mostrase que su Gobierno era capaz de seguir adelante después de que no pudiese aprobar los presupuestos en la votación del martes. «Napolitano ha estado impecable», dijo «Il Cavaliere», callando la boca a quienes le habían criticado por pedir al Ejecutivo una prueba de fuerza.
La votación de confianza de hoy es la segunda que el Gobierno italiano debe afrontar esta Legislatura. El pasado mes de diciembre superó una moción por tres votos de diferencia en la Cámara de los Diputados. Aunque partía en situación de desventaja después de la ruptura con su antiguo aliado Gianfranco Fini, Berlusconi superó la prueba gracias al cambio de chaqueta de un buen número de parlamentarios de la oposición, que traicionaron a sus partidos y apoyaron la supervivencia del Ejecutivo. No es descabellado que la historia se repita.
El ejemplo del «desertor» Versace
Entre los votos con que Silvio Berlusconi espera contar hoy para superar la moción de confianza no estará el de Santo Versace, hermano del célebre diseñador Gianni Versace y diputado elegido en las listas del partido de «Il Cavaliere», el Pueblo de la Libertad (PDL). El empresario de la moda anunció el mes pasado que abandonaba el grupo parlamentario de esta formación y pasaba al grupo mixto por desavenencias internas. Hoy no apoyará al Gobierno porque «ha pasado el tiempo» de Berlusconi: «¿No veis cómo sufre? Tiene que dejar la política y gozarse la vida 24 horas al día», asegura. Cuando rompió con el PDL, Versace justificó su decisión porque a él le «gusta trabajar» pero en el partido «no necesitan a uno que trabaja». «Yo comencé a trabajar sólo en 1950, se ve que tengo poca experiencia respecto a ellos», dijo Versace, quien, como tantos otros diputados, está maquinando para crear un nuevo grupo parlamentario, una vez que ya ha dejado atrás a Berlusconi.
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