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Una historia sin parangón por Hugo de O'Donell y Duque de Estrada
Hoy toca hablar de un monstruo en la sexta acepción del término del Diccionario de la RAE: «Persona (o institución) dotada de cualidades extraordinarias para realizar una actividad en concreto». De uno especialmente espectacular, como se predica de los monstruos marinos que además son anfibios, híbridos y mutantes... Toca hablar de nuestra Infantería de Marina y de su historia sin parangón. Es la más antigua del mundo entre las de las naciones modernas. Para encontrar un precedente hay que remontarse quince siglos más atrás, a la Roma de Nerón.
En 1537, al asignarse unas «compañías sueltas», que ni siquiera formaban tercio, a las galeras de Nápoles, nace nuestra Infantería de Marina, porque reúnen ya todos los requisitos para serlo: se trata de una unidad militar de infantería que se desempeña a bordo, tiene carácter permanente, está asignada a la Armada y lleva a cabo cometidos específicos distintos de sus homólogas terrestres. Por su parte, en el Océano y a partir de la segunda década del siglo XVI, aparece un regimiento que va recibiendo diferentes denominaciones: «Tercio de Galeones» (1552), «Tercio de la Armada del Mar Océano (1566)»... con atributos similares. De sus restos y con la herencia moral de su historial, se formarán en 1717 cuatro batallones: «Armada», «Marina», «Bajeles» y «Océano» con una misión añadida, consecuencia de la creación de departamentos y nuevos arsenales: la defensa de las instalaciones en tierra de la Armada.
Cuando el abordaje pierde razón de ser y la marinería no precisa ya de tutores por ser en sí misma fuerza militar, la Infantería de Marina queda vaciada de contenido, pero sin perder valor como fuerza de combate en tierra, demostrado por sus batallones expedicionarios que se baten con gran desenvoltura en la Península, en América y hasta en la Conchinchina, aunque sea a costa de su condición naval. Esta se recuperará sin embargo cuando, tras la experiencia de la Segunda Guerra Mundial, las operaciones de desembarco recobren relevancia y la misión anfibia se asigne en España a este Cuerpo. De sus glorias, de su sacrificio, de su disciplina, se podrían llenar páginas enteras, pero para resumir, como es obligado, la razón de su longevidad hay que cifrarla en su ductilidad, su poder de adaptación a las cambiantes circunstancias, basada en su polifacética y completísima capacitación.
Hugo de O'Donell y Duque de Estrada
De la Real Academia de la Historia. Infante de Marina
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