Nueva York

Alighiero Boetti: el azar manda

Una gran retrospectiva muestra en el Reina Sofía la dualidad de Alighiero Boetti
Una gran retrospectiva muestra en el Reina Sofía la dualidad de Alighiero Boettilarazon

Para que no quedara ninguna duda, Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía, definió a Alighiero Boetti (Turín 1940-Roma 1994) como uno de los creadores más influyentes de la segunda mitad del siglo XX. No es una frase más, sino una definición tan certera como lo es la imposibilidad de definir en la práctica a quien no se aferró a modas ni movimientos, aunque sus postulados se mostraran cercanos al arte povera. Artista único que quiso dividirse en dos «yoes» (a partir de 1972 firmaba sus trabajos como Alighiero e Boetti y de los que da cuenta el fotomontaje «Gemelos»), este italiano curioso y experimentador desdoblado vivió a pleno rendimiento sus apenas 54 años de vida y quiso jugar con ella, desde los juegos infantiles al ajedrez, por ejemplo.


Cuatro décadas de arte
Se preguntó por el futuro y dejó cuestiones en el aire para que otros (usted, si decide visitar la exposición) pudieran darle respuesta. Rico militante del «povera», se cuela por la puerta grande del Reina Sofía y acampa en la tercera planta, donde se despliega el arte que creó durante cuatro décadas. Ahí está el Boetti grande, el artista sin método o con el método bien aprendido, el discípulo de Duchamp, el hombre obsesionado por el tiempo, por el bien y el mal, la vida y la muerte.


La muestra, formada por 150 obras y de las que se reúnen esculturas, dibujos a bolígrafos, fografías, tapices o mapas, recalará posteriormente en la Tate de Londres y el MoMA de Nueva York, gracias a los cuales ha sido posible que esta imponente antológica vea la luz en Madrid. «Lo suyo fue jugar, recrear normas y transgredir categorías al tiempo que mezclaba lo provisional y lo inadecuado para conseguir una obra única», explica el director del Reina Sofía, quien advierte de que podría dar la sensación ante tan variopinta colección de obras de estar frente a una colectiva de varios artistas. No es así. Son sólo dos: Alighiero e Boetti, si queremos dejarnos seducir por su propio juego.


Un juego en el que queda reflejada su fijación por el tiempo en obras como «L'Albero delle ore» (El Árbol de las horas), de 1979, una pieza sobre tejido, y en «Calendario», compuesto por 17 paneles de papel. Aunque una de las obras más atractivas, por misteriosa, quizá sea la creación povera «Lampada annuale» (1966), que se enciende una vez al año. ¿Cuándo? Al bendito azar. ¿Cuánto tiempo? Once segundos. «Nadie ha visto encenderse esta lámpara», aseguraba ayer Lynne Cooke, una de las comisarias de esta muestra junto a Mark Godfrey y Christian Rattemeyer, «pero seguro que ocurre. El tiempo es la medida de nuestra existencia», apostillaba.