Derecho laboral

Fracasa la huelga política

La Razón
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La voluntad soberana, la del pueblo de verdad, se impuso ayer a la voluntad de los sindicatos subvencionados. Los primeros, acudiendo a trabajar en un uso de su derecho, y, los segundos, en liarla parda, que no es un derecho, porque si tienen alguno es el de huelga y manifestación, no el de la coacción, la rotura de escaparates, el uso indiscriminado de la silicona y la pedrada. Se impuso el derecho al trabajo sobre el absurdo de la huelga, porque gracias a Dios y a la madurez del pueblo español lo que ayer se convocó no fue una huelga contra el Gobierno de los recortes sociales, sino una huelga política contra los empresarios, el PP y las comunidades donde gobierna. El fracaso fue estrepitoso y ello obliga a un nuevo o viejo debate: el papel de los sindicatos en el siglo XXI, especialmente en las democracias donde los derechos laborales están contemplados en las leyes y todo el mundo sabe y tiene capacidad para la defensa de sus intereses. Eso sí, los sindicatos dieron mucho trabajo a los currantes de la Plaza de las Flores, donde se concentraron mayoritariamente los piquetes para tomarse centenares de litros de cerveza fresca y tapear de lo lindo y variado. ¿Cultura gastronómica? sí, porque la huelga general se cerró con algunas decenas de camiones de basura que no pudieron salir a la calle, un autobús escolar parado y mucha charanga, cara por cierto, o que le pregunten al secretario general de UGT, Antonio Jiménez, dónde comió el día previo a la huelga, qué se comió y quién lo pagó, porque esto último ya lo sabemos, es decir, los contribuyentes.