Ley electoral
Político tenías que ser por Pedro Narváez
Una comedia de puertas que se abren y se cierran. Si Jardiel Poncela fuera un indignado haría una hilarante puesta en escena de la huida de los políticos por la puerta de atrás, como aquel que escapa de su mujer cuando le pillan con la amante sin apenas darle tiempo a colocarse la camisa, la corbata torcida, el gesto delator en sí mismo una condena. Lástima. Cuesta ver a Jardiel en la piel sin elegancia de la protesta social y es de suponer que pocos indignados saben quién era aquel escritor en blanco y negro. Primero porque no tiene cuenta en Twitter. Y luego, aunque es lo de menos, porque está muerto, y ya se sabe que los finados se levantan a ratos según la masa los necesite. El Ché Guevara hace flexiones al menos diez minutos cada día, Michael Jackson una semana sí y la otra no. Y Jardiel tenía mucha clase para presentarse con una indumentaria inapropiada y polvorienta, así que apenas sale. Lo peor es que esta crisis no tiene quién le escriba y le encuentre el tono. Los niños pegan a sus padres. El pueblo lincha a los políticos. Sin una mirada a lo Jardiel, que los directivos de Canal Nou escapen como unos delincuentes en el último minuto, que el Congreso se blinde ante la turba, que las puertas se abran y se cierren es la señal de que el horror toma cuerpo en la rebelión de las masas y que ser político o directivo público es una profesión vergonzante de la que ya no se presume en las cenas. El despido de más de mil personas en Canal Nou no es sólo imprescindible, sino insuficiente. Tengan valor. Cierre total. Y el resto de televisiones autonómicas. Pero luego no se escondan, que es lo que me provoca una vergüenza irreparable, un apuro sideral, una cana melancolía.
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