Suiza
ETA Aznar y Zapatero
Aznar no negoció con ETA. A Aznar ETA intentó asesinarlo. Antes de que alcanzara la presidencia del Gobierno porque sabía a quien tendría enfrente si llegaba a La Moncloa. Como no pudo, le tendió una tregua-trampa con la complicidad del PNV. Y en el ejercicio de su responsabilidad como presidente, Aznar autorizó un contacto, sólo uno, con los terroristas. Con este objetivo: verificar si el alto el fuego que le ponían encima de la mesa, sin haber sido negociado previamente con el Gobierno (como hizo Zapatero), tenía visos de convertirse en oportunidad de paz definitiva.
El encuentro –en Suiza, el 19/5/1999– fue tenso. Las actas de ETA reflejan una cita sin componendas, con cada uno en su papel. «Estamos pidiendo una concreción», reclaman los terroristas. «El presidente de España no puede asumir compromisos que atañen al Estado», responden los enviados de Aznar. Los etarras aprietan. Exigen un compromiso. Los representantes del Gobierno no ceden: «No tenemos posibilidad de negociar la salida de las fuerzas armadas, el derecho de autodeterminación (…) Un gobierno no puede poner encima de la mesa los objetivos de una organización terrorista y no hay más que hablar». Los etarras muestran su decepción: «Venían con las manos en los bolsillos, sin ninguna propuesta concreta».
Compárense con las actas que delatan a Zapatero. Se cambiaron gobiernos, se destituyeron fiscales, se ocultaron las cartas de extorsión, se ofreció financiación «si el problema es el dinero», se evitó la redada del Faisán, se cedió al chantaje de De Juana, se relajaron los controles policiales, se prometió la legalización de Batasuna... Y ayer, por LA RAZÓN, nos enteramos de que los socialistas ya hablaban con ETA mientras Zapatero firmaba con Aznar el Pacto Antiterrorista. Frente a ETA, Zapatero y Aznar son cara y cruz.
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