África

Conciertos

El cielo sin coros por Antonio PÉREZ HENARES

El cielo, sin coros, por Antonio PÉREZ HENARES
El cielo, sin coros, por Antonio PÉREZ HENARESlarazon

 Se han ido. Los africanos, criados sus polluelos, han cruzado el estrecho. Algunos rezagados quedan, como siempre, pero los cielos los echan en falta, aunque no tanto como están echando a las nubes, que parece que este año no quiere llover y los memos de los meteorólogos siguen diciendo por las teles que hace buen tiempo porque no cae una gota.
Ya hace mucho tiempo que se marchó el coro del verano, los vencejos, pero no hace mucho que se ha marchado la mejor coral de ópera de la naturaleza: los abejarucos. No me ha importado mucho porque mis abejas, que no tienen una flor donde pastar con este reseco tiempo, bastante tienen con sus penurias para que encima las diezme la bandada.
Porque si hubiera que elegir una coral para representar la sinfonía de las aves uno no dudaría nunca en escoger a los abejarucos. Éstos sí que van vestidos para la ópera con todo el esplendor del arco iris en su plumaje. Saben moverse en el aire y saben cantarle al cielo y a la tierra. Su sonido armónico, al compás del movimiento de la bandada es quizás su más esplendido símbolo y seña de identidad. Son la multicolor coral de una opera italiana y Verdi no los hubiera dispuesto ni vestido mejor para su Aida. Porque ellos, como Aida, también vienen de África. De allí vinieron y allí se han marchado. Golondrinas, aviones, vencejos, abubillas y cucos. Hace ya mucho que se marchó el cuco. Siempre es el primero en irse.