Escritores
Dormir dormir
Tal vez soñar, que diría Shakespeare por boca de Hamlet. Y sobre todo vivir. 149 personas murieron en las carreteras en 2010 por sueño o cansancio. ¿Existe una tragedia mayor? ¿Hay algo más prosaico que morir tan absurdamente? Pues seguramente no, y se sabe. Pero sucede. Y ocurre porque, cuando nos subimos a los coches y nos lanzamos a la carretera, en vez de pensar en lo que dejamos atrás o en lo que nos espera, tratamos de desgastar las horas inhóspitas que ocupamos en los vehículos a golpe de acelerador. Sabemos bien que por mucha velocidad que alcancemos, sólo le robaremos al tiempo de llegada quizás unos minutos, como mucho alguna hora. Y somos bien conscientes de que es de una estulticia monumental entregarnos a hacer kilómetros y kilómetros, sin parar pese a la fatiga, como si se fuera a acabar el mundo en un retraso…Pero lo seguimos haciendo y nos seguimos durmiendo y nos seguimos muriendo. «Murió de sueño» podría rezar alguna lápida. O incluso peor: «Murió porque quiso llegar demasiado rápido y no pudo parar a tomarse un café». El gato de «Alicia en el país de las maravillas» le decía a la niña: «Tienes que correr todo lo que puedas para permanecer en el mismo sitio; si quieres ir a alguna parte, tendrás que correr con doble rapidez». Algunos parece que se lo toman en sentido literal y echan carreras con la vida. Si aprendieran a pensar en abstracto, a saber que se trata de correr con la cabeza, con el corazón y con el alma, entenderían que a veces es mejor parar, detenerse, descansar…,y luego volver al camino renovados, sin cansancio, sin sueño…
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