Barcelona

El amor por las primarias de los socialistas

La Razón
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BARCELONA- Si hay algún partido en España que ame las primarias por encima de todas las cosas éste es el PSOE y, por extensión, el PSC. En la memoria de todos están las primarias que hace pocos meses enfrentaron a Trinidad Jiménez contra Tomás Gómez para alzarse con la candidatura a la presidencia de la Comunidad de Madrid. En esa ocasión, el candidato no oficialista –Gómez– se llevó el gato al agua, y así sucedió también en las primarias en las que el actual presidente Zapatero desbancó a José Bono en la carrera hacia La Moncloa.
Pero no sólo en Madrid están las primarias a la orden del día. En Cataluña, los socialistas tienen un largo historial, tanto es así que las aprobaron en su congreso de 1996 y las llevaron al congreso del PSOE de 1997, que también las adoptó.
Pero si alguna cosa ha caracterizado los sufragios internos del PSC es la falta de pluralidad. No en vano, casi siempre sólo un candidato ha llegado a la elección final. Esto sucedió en las primarias que encumbraron al ex president Pasqual Maragall para ser candidato a la Generalitat en el año 2.000. Aunque en los meses previos sonaron algunos nombres para arrebatarle la candidatura, finalmente todos fueron cayendo y Maragall afrontó la elección en solitario. La misma historia se repitió en las primarias que proclamaron a Joan Clos alcaldable en Barcelona en 1998. En esa ocasión, el ex concejal Raimon Martínez Fraile se postuló como contrincante de Clos pero su propuesta se fue deshinchando poco a poco hasta que se retiró de la contienda. Así ha sucedido casi siempre en las primarias socialistas, ya que conseguir el aval del 40 por ciento de la militancia necesario para enfrentarse a un cargo en ejercicio no es cosa menor. Si alguien lo consigue tiene casi asegurada la victoria. Si no, el candidato oficialista se se habrá fogueado en la arena pública antes de ser lanzado a la campaña electoral.