África

El Cairo

La presión de los militares acelera el ritmo de los cambios en Túnez

El primer ministro interino, Mohamed Ganuchi, fiel al dictador Ben Ali hasta el estallido de la «Revolución de Jazmín», no aguantó la presión de los militares. El Ejército se juramentó ayer para proteger la revolución y alertó a Ganuchi de las consecuencias de su innacción.

La presión de los militares acelera el ritmo de los cambios en Túnez
La presión de los militares acelera el ritmo de los cambios en Túnezlarazon

Horas después el «premier» movía pieza y anunciaba la remodelación de su Gabinete para contentar a los uniformados y ocupar cuanto antes las vacantes dejadas por los cinco ministros que abandonaron el Ejecutivo, cuatro de ellos opositores. El ministro de Educación, Tayeb Baccouche, avanzó que la remodelación podría ser incluso mayor.

A Ganuchi no le queda otra. El general Rachid Ben Ammar, Jefe del Estado Mayor de la Defensa, había sido suficientemente explícito al manifestar –en un «improvisado» discurso ante miles de manifestantes que protestaban ante la sede del primer ministro– que «nuestra revolución es vuestra revolución». Toda una declaración de intenciones. «La revolución de los jóvenes no puede perderse y podría ser explotada por aquellos que piden un vacío», advirtió Ben Ammar, quien aseguró tajantemente que «el Ejército protegerá la Constitución de las fuerzas que apelan al vacío de poder que sólo puede engendrar dictadura y terror».

La presión sobre el Gobierno interino liderado por Ganuchi es cada día más fuerte. Ayer mismo la Policía tunecina cargó violentamente con gases lacrimógenos contra cientos de manifestantes que llegaron el pasado domingo a la capital desde zonas rurales del país para exigir el fin del Ejecutivo de transición, en el que todavía hay varias figuras destacadas pertenecientes al entorno del ex presidente Ben Ali, derrocado el pasado 14 de enero por una revuelta popular, que ha perdido fuerza desde entonces pero que sigue activa en las calles del país, especialmente en el centro de Túnez.

Los manifestantes acamparon el domingo por la noche en la ciudad vieja, junto a los edificios gubernamentales, y prometen permanecer allí hasta que los ministros del antiguo régimen dimitan: sólo son pocos centenares, pero están haciendo mucho ruido y presionando cada vez más al «premier» Ganuchi, que intenta liderar un gabinete de unidad nacional a pesar de que la credibilidad del mismo se reduce por momentos tras haber sido abandonado por la oposición y boicoteado por la Unión General de Trabajadores Tunecinos (UGTT).

El sindicato ha convocado además una huelga indefinida en el país hasta que el actual Ejecutivo sea disuelto y se cree uno nuevo con legitimidad popular y limpio de cualquier resto del régimen de Ben Ali. Fuentes políticas de la oposición apuntan a la posibilidad de formar un «Comité de Sabios» encargado de «proteger la revolución» y preparar la celebración de comicios libres. Entre los miembros del eventual comité estaría el respetado político opositor Ahmed Mestiri.

Por su parte, los maestros también se han sumado a la huelga y no han acudido a impartir clase a los colegios, que estaba previsto que reabrieran ayer, después de dos semanas de parón debido a la situación de caos e incertidumbre en el país. Pero ésta no parece normalizarse y cada vez más colectivos salen a la calle a exigir sus derechos y a hacer uso de esa libertad que se les ha negado durante 23 años de dictadura.

Sindicato policial

Los agentes de Policía también se manifestaron ayer frente al Ministerio del Interior para reivindicar la opción de crear un sindicato, organización que tiene bastante tradición y fuerza en el país, y que muchos analistas consideran que se encuentra detrás del éxito de la revolución tunecina.

Los manifestantes no parecen dispuestos a abandonar sus reivindicaciones ni a cesar con las protestas, a pesar de los pasos aceleradísimos que están dando las nuevas autoridades para tratar de desmantelar contra reloj la estructura del régimen que cayó hace apenas 10 días.

El Gobierno de Ganuchi ya no sabe qué hacer para calmar los ánimos de los ciudadanos y trata de sobrevivir como puede, convencido de que su renuncia daría lugar al caos definitivo y a un vacío de poder peligroso en Túnez.

Aunque sea una minoría, hay quien comparte este punto de vista: un grupo de ciudadanos ha convocado para hoy una manifestación progubernamental a través de la red social Facebook para mostrar su apoyo al primer ministro y su frágil Gabinete de transición que, supuestamente, «tiene la misión de llevar a Túnez hacia la democracia».