Estados Unidos
Paletos y petronios
La visita de la primera dama de Estados Unidos y su hija Sasha a España ha dejado un reguero de censuras, comentarios despectivos y frases lapidarias de tales proporciones que para clasificarlos se requiere la pericia de un entomólogo y el estómago de un forense. Ni un congreso mundial de tontos solemnes habría dado tanto juego. Primero aparecieron los cosmopolitas de portería, flemáticos e inconmovibles, que tacharon de paletos y pueblerinos exteriorizar alegría ante la visita de la «presidenta» norteamericana. Como están tan habituados, incluso hastiados, a recibir gente de mucho ringorrango en sus casas, les pareció una ordinariez los agasajos y el contento de la gente corriente. Algunos columnistas se tomaron tan a pecho la defensa de la dignidad nacional que daba apuro verlos tan congestionados, al borde del infarto sintáctico: que si los españoles nos humillábamos, que si babeámos serviles, que quién era esa señora para mostrale tanta deferencia, etc, etc. Menudo sófocón de adjetivos se llevaron; un poco más y habría tenido que intervenir el servicio de urgencia de la Real Academia Española. Aparecieron luego los petronios, esa secta de tintorería que reina en los platós de televisión, para pontificar sobre los trapillos de doña Michelle, lo «casual» que vestía la pobre, lo esquiva que es la elegancia y otras memeces de similar hondura. No contentos con hacerle un traje a la madre, también se ensañaron con la niña, que si era el tío Gilito quien le elegía el vestuario, que mucho bollicao, que si patatín y patatán. En la puntada siguiente aparecieron los profesionales del rasgado de vestiduras, que entre sus elevadas funciones está la de custodiar el dinero público y vigilar la honradez del gasto. Calculadora en mano, estos guardianes de la caja se han pasado cuatro días enfebrecidos sumando todos los costes, facturas y gastos que caerán pesadamente sobre el Tesoro norteamericano. Ni los porteros de Fort Knox lo habrían hecho con más celo profesional. Por fortuna, a la mayoría de los españoles les ha encantado que la primera dama de la primera potencia mundial haya elegido nuestro país para unas breves vacaciones por varias razones: favorece la imagen de España en Estados Unidos, potencia nuestro turismo, nos muestra al resto del mundo como un país atractivo y repara el prestigio de una ciudad maltratada por los chorizos. Pero sobre todo, porque Michelle Obama es una magnífica mujer y Sasha una niña deliciosa. Ni pagando le habría salido más beneficiosa a España esta visita.
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