Moda

Un cortejo nupcial fugaz por Jesús Mariñas

Entre plato y plato, Cayetana se informaba del estado de salud de su hija, ingresada por varicela

Los expertos coinciden: María Eugenia Fernández de Castro, ex mujer del ausente Jacobo Siruela, fue la más elegante con un «total look red».
Los expertos coinciden: María Eugenia Fernández de Castro, ex mujer del ausente Jacobo Siruela, fue la más elegante con un «total look red».larazon

Del cortejo nupcial en sí poco hay que decir. Resultó algo fugaz, un «flashazo» visual superado por la masa enfervorecida o acaso enfebrecida. Apenas entrevimos a los treinta invitados que llegaron escondidos tras los cristales oscuros de los coches. Fue una pena ver sólo la cabeza de la realzada belleza de Carmen Tello, con espectacular traje rojo de Victorio & Lucchino, los diseñadores del vestido que finalmente fueron invitados. La madrina con una mantilla colocada en la parte trasera del cráneo al estilo siglo XIX, con flores laterales –casi conformando un moño bajo– en tonos pastel. Una real hembra que hasta deslumbró a su marido, Curro Romero, que llegó en el coche del doctor Paco Trujillo, mientras los modistos usaron su casa , tan hábiles en hacerse notar como en abandonar el vehículo y posar como desinteresadamente. Su gesto fue imitado por Cayetano y Eva González, guapa en un cerrado conjunto azul petróleo, con bordados sobre los hombros como los que llevan los toreros en su chaquetilla. La modelo lució un diseño de Antonio García, ya que a Hannibal Laguna no le dio tiempo de prestarle uno para la ceremonia. También sorprendió descubrir a Francisco Rivera sin Lourdes y que de cerca parece haber crecido. Milagro o algún secreto de guardarropa, mientras Teresa Primo de Rivera marcó estilazo genético como su marido Diego Miranda, que fue íntimo –pero no tanto como Pedrote, el hermano rubio del contrayente– y estuvo «chic» bajo un ancho sombrero bohemio.

Atavíos de cóctel en el alegre y juvenil grupo «Siempre así», que animaron la sobremesa. Todo con ambiente ferial hasta con reflejos infernales, acaso exorcizados por el trío de curas que celebró la ceremonia en la capilla palaciega, que tiene asientos forrados en terciopelo y un altar con la triple evocación de la Virgen y las Santas Justa y Rufina. Don Ignacio, uno de los sacerdotes, no sólo es sobrino de la fidelísima Marquesa del Saltillo, sino que les regaló los sencillos aros matrimoniales que Cayetana tuvo que colocarse en el dedo medio de la derecha.

Gritos, avalancha, guardias privados conteniendo el desatado entusiasmo popular y desfogue donde sólo faltaron los personajes televisivos «Josua» y «Omaíta», que aquí tenían su réplica desmadrada y elevada al cubo. Hubo cruces de insultos avivados por «la caló» de más de treinta grados y disfraces por doquier: un émulo de Don Juan Carlos revestido en caqui de Capitán General y hasta un rosado travesti emplumado. Todo contemplado en panorámica por la ordenada Lola Díaz, secretaria personal de Cayetana, bajo raso y encaje morado con zapatos muy acordes con el enorme lazo que conformaba y reducía su cintura.

Euforia en la calle
Los novios salieron a saludar un tanto preocupados, y hasta se notó un rictus entristecido en la recién casada, que mantuvo la tradición de dormir la víspera lejos del galán, mientras él se refugió en un céntrico hotel, cenando para despedir su soltería en un italiano acompañado de tres de sus 11 hermanos, una guapa sobrina y su tía nonageria. Allí Alfonso no perdió detalle de la inesperada varicela de Eugenia, mal que venía incubando y que despertó todo tipo de conjeturas y suposiciones. Fue internada en la Clínica Ruber y entre plato y plato nupcial Cayetana estuvo pendiente de cómo evolucionaban las altas temperaturas de su hija. Fue una baja muy significada, como la de Jacobo Siruela, pero esta más previsible: él se justificó con un increíble viaje profesional a París como si la editorial le preocupara más que la felicidad materna. Tal dolencia no impidió que Cayetana lanzara al gentío el ramo formado por rositas blancas en capullo, ni que levantase ovaciones cuando se descalzó para bailar sevillana sobre la rampa de acceso a Dueñas, muy al estilo de «La chunga». Esta estampa típica realzó el traje coral de cuerpo bordado en flores abrillantadas y tres volantes en el bajo agitanado de la falda. Ella es genio, figura y coraje.


LA EX NUERA, LA MEJOR VESTIDA
Los expertos coinciden: María Eugenia Fernández de Castro, ex mujer del ausente Jacobo Siruela, fue la más elegante con un «total look red». Eligió un dos piezas satinado y labios en rojo pasión, con sus rubios rizos moldeados y sueltos. Todo ello junto a un original tocado con plumas y un bolso en forma de flor.