Lenguaje

El sexo de las mujeres por Martín Prieto

El sexo de las mujeres, por Martín Prieto
El sexo de las mujeres, por Martín Prietolarazon

Hace miles de años, las mujeres se dieron la vuelta para no tomar como animales y ofrecerles el rostro a los hombres. Fue otro punto de la evolución: el macho las satisfizo con trozos de carne. Se conoce que la hembra fue quien apoyándose en sus caderas la primera que se puso de pie. Había comenzado el amor por encima de la reproducción: desde el momento en que los primates comenzaron a mirarse a los ojos. El arqueólogo Eudald Carbonell es codirector del Proyecto de Atapuerca, y, acaba de publicar un apasionado libro: «El sexo social» (Now Books, en castellano; Ara Llibres, en catalán). Según el autor, «la sexualidad es mucho más antigua que las primeras herramientas de piedra. No empieza con la emergencia de la inteligencia operativa pero sí que, a partir de la socialización de ésta adquisición, hace más de dos millones de años, se inicia un proceso por el cual la sexualidad se convertirá en una estrategia de adaptación humana de una trascendencia única. De esta manera, la selección sexual y la emergencia cultural se retroalimentarán para convertirnos en una singularidad del reino animal». Follar es un clásico de antes de que se descubrieran las Cuevas de Atapuerca. Contrapongo así la sexualidad que muestra acertadamente el doctor Carbonell con «El cerebro femenino», de la norteamericana doctora Louann Brizendine (editorial RBA). Sin hormonas no hay sexo y las mujeres siempre engendran un embrión durante seis semanas que es femenino hasta que lo atropella la aparición de la testosterona. Pero el cerebro siempre comienza en femenino. Que tenga menos peso que el del varón es irrelevante y sólo se corresponde con la morfología más pequeña de la mujer. No existe el cerebro unisex. Hombres y mujeres hacen lo mismo con su cabeza pero recorriendo trayectos hormonales diferentes. El hombre es una carretera única de testosterona mientras los estrógenos de la mujer la inclinan a la negociación. No es de extrañar que la mujer se diera la vuelta para mirar a los ojos al hombre. Es una publicación para conocer y pensar social y científicamente la evolución de la conducta sexual a través de un arqueólogo. Que los chimpancés sean promiscuos no ha de distraernos de la complejidad de la mujer, que tiende a la monogamia. Las mujeres son muy selectivas sobre la elección de sus parejas y piensan en el sexo dos o tres veces a la semana mientras los hombres piensan en lo mismo pero diariamente. Probablemente, desde antes de Atapuerca, cuando una chica se sienta en un restaurante para hablar con un compañero de asuntos de trabajo ya sabe en qué está pensando el otro. La evolución de la mujer se ha basado en la liberación de estrógenos, progesterona, oxitocina, alopregnenolona y cortisol, las que las hacen maravillosas frente al monotema masculino. Sólo nos queda el consuelo que las chicas son unos chicos muy raros. Carbonell afirma: «La sexualidad se constituye básicamente de comunicación y reproducción y, en este último caso, es una forma de complementareidad entre macho y hembra. Pero en general es una conducta social independiente del sexo de los individuos. En este sentido, es un proceso evolutivo, social, cultural y psicológico, y una sociedad abierta tiene que permitir la diversidad de comportamientos sexuales». Analiza por qué muchas veces los machos y las hembras no coincidimos en nuestros intereses sexuales, así como otros aspectos relacionados, tales como la reproducción, la jerarquía, el amor, el arte, la estructura doméstica y el sexo virtual. «Es decir, como evolucionista que soy abordo la sexualidad como un reto que hay que afrontar cara a cara desde la racionalidad, la intuición y ciencia, el pensamiento, la experiencia y la reflexión», asegura. El femenino es el primer sexo por más que le moleste a Simone de Beauvoir.

- Título: «El sexo social»- Autor: Eudald Carbonell- Edita: Now Books (Ara Llibres en catalán)- Precio: 18 euros