Bibiana Aído

Algo pasa con Bibi

La Razón
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Algo pasa con Bibiana. No es el nada ocurrente título de una superproducción americana. La película es un «thriller» de producción nacional basado en hechos reales que insisten en reducir a una estadística. 32 mujeres asesinadas por sus parejas, la mayor cifra de la última década, bajo el paraguas de la ley de violencia de género más discriminatoria y sectaria de toda Europa, que la califica de chapucera. Cuando una realidad social se escapa por las rendijas –cuando no agujeros negros– de una ley que tardaron en aprobar más de once años, es que algo no funciona.Bibiana Aído no es la única responsable del mal funcionamiento de la ley. Pero sí la garante de un ministerio que, después de dar sobradas pruebas de su inutilidad, excepto para despilfarrar dinero público, insiste en una política que falla y cuya mala praxis tiñe de sangre e injusticia la sociedad. No pueden limitarse a instar simplemente a denunciar, a depositar esa carga sobre las espaldas de las víctimas, por si no tuvieran ya bastante, cuando de sobra sabemos que eso no es suficiente y que, tras una denuncia, los mecanismos judiciales, policiales y administrativos no funcionan como quieren hacernos creer. Hay denuncias que prescriben por el colapso en los juzgados de violencia de género. Denuncian menos porque no se sienten protegidas. No lo están, ni con 3.000 pulseras antimaltrato actualmente inoperativas. No funcionan las costosas campañas publicitarias, ni el tratamiento irresponsable de este drama social por algunos medios de comunicación que, en muchos casos, contribuyen a un peligroso efecto llamada. Cuando una ley plantea tantos problemas, quizá el problema sea la propia ley. Eso también conviene denunciarlo.