Sevilla

Manifestación contra el PP

La Razón
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Todos sabíamos que la tetraplejía causada por las elecciones del 20-N en el PSOE duraría, al menos, hasta la recomposición mínima del socialismo español y, por extensión, del resto de partidos de izquierda nacionales. La clave pasaba por saber quién sería en nuevo secretario general, ya que de haber recaído el cargo en la catalana Carme Chacón la actitud de la izquierda en su conjunto no sería tan similar a la de la cabra. Pero no, ganó Rubalcaba, un experto agitador que nada más ser investido ha dado las instrucciones precisas para poner al PP contra las cuerdas y a España patas arriba. Uno de los principales responsables, por no decir el primero, del paro de más de seis millones de españoles y la cabalgante recesión que vivimos, viene ahora investido de «salvapatrias» aunque se le vea la patita por debajo de la puerta como ha sucedido en su último viaje a Sevilla, donde llamó «privilegiados» a los españoles que aún conservan su trabajo y a los que hay que atacar por ser distintos al resto de trabajadores. Rubalcaba cuando se enciende no sabe disimular y en estos momentos parece estar más quemado que la pipa de un indio. Por eso sus «correas de transmisión» se han puesto en marcha y, como la cabra, camino del monte. La manifestación de ayer en Murcia, por no decir en toda España, no fue de apoyo a la creación de empleo, un todos a una que es lo que necesitamos, sino contra el PP, una especie de ensayo que irá a más para preparar las condiciones de la huelga general que, como bien sabemos, destruirá el poco empleo que queda a los que ahora llaman «privilegiados». Cierto es que tener trabajo es en estos momentos poco menos que una bendición, pero de ahí a culpar a los asalariados de lo mal que lo hizo él y su partido media un abismo. En Murcia el blanco de todos los males es el PP y Valcárcel, como en el resto de España es Rajoy o aquellos que gobiernan que sean de izquierdas. Es lo que tenemos. El próximo 29 de este mes volverán a la carga y les aseguro que no pararán hasta la huelga general que antes nunca convocaron. La hipocresía existe, ¡ya lo creo que sí!