Santander
«No cambio por nada una merienda con mis hijos»
Los expertos consideran que la familia numerosa aporta valores positivos a los hijos; sus miembros reclaman más ayudas.
Ni Amelia Muñoz (Valladolid, 1965) ni Ramón Suárez (Santander, 1964) se imaginaron que tendrían siete hijos. Lo suyo fue un noviazgo de «los de toda la vida», se conocieron a través de sus familias y salieron diez años hasta que se casaron. Unos veinte más tarde, cuando uno entra en su casa de las afueras de Madrid, entra en un hogar. Quizá sea por una foto familiar gigante al lado de la televisión de la buhardilla, quizá sea por los dibujos que Esperanza, que en sus cándidos 6 años ya transmite una fuerte personalidad, va dejando por toda la casa y que su hermana Amelia, «la ordenada» y de 10, recoge con resignación.
«Él es Diego, el rebelde», señala Ramón a su púber de 14 años. «De pequeño nos advertía de que venían los "maderos"». Se ríe, relajado en el sillón junto al árbol de Navidad. «Vamos, salid todos, que si no no podemos hablar tranquilamente». Esperanza, que aún no ha terminado su dibujo, protesta. Una sola mirada de su padre basta para que la prole de siete miembros abandone el salón. «Cariño, respeto y disciplina», señala en cuanto se ha cerrado la puerta. «Ésos son los pilares básicos de su educación, envuelta en una concepción general de cristianismo».
Menos ternera y más pollo
Según Eurostat, nuestro país invierte en la familia y en la infancia un 1,2 por ciento de su PIB frente al 2 por ciento de la media europea. Sin embargo, un estudio realizado por Chicco este año, refleja que el 54 por ciento de las mujeres españolas entre 18 y 45 años ya son madres, y que el 46 por ciento restante quiere tener hijos. Se necesitarían 2,1 hijos por mujer para garantizar la reposición natural de la población, y tenemos 1,46 de media, según la FEFN, Federación Española de Familias Numerosas. Ante el pronóstico de convertirnos en uno de los países más longevos del mundo las familias numerosas son claves para equilibrar este desfase generacional. «Si tuviéramos más ayudas, posiblemente tendríamos más hijos», opina Juan José Albañil, abogado de 49 años y con siete a su cargo. «Mi mujer y yo no los buscamos, pero los aceptamos con alegría. En estos malos momentos economizamos todo: ropa, regalos… Es decir, menos ternera y más pollo. Mis hijos heredan unos de otros, pero debería haber una paga lineal en función del número de hijos».
Antiguamente, las ayudas a las familias numerosas se distribuían según el número de hijos que tuviera. «No es lo mismo tener tres que siete. La Comunidad te ayuda en libros de texto», dice Amelia, mujer de Ramón. «Te dan unos 100 euros por niño, pero gastas como mínimo 350 en cada uno. Tenemos una reducción del 20 por ciento en el agua y del 50 por ciento en transporte. La fiscalidad en España está enfocada al individuo, no a la familia porque no se tienen en cuenta los gastos. Según FEFN, España es de los pocos países de Europa donde no existe una prestación universal por hijo. Sólo a las familias numerosas que no superan los 17.000 euros anuales se las ayuda con 24 euros al mes.
Amelia dejó de trabajar cuando llegó el tercer hijo. En su modo de hablar, claro y preciso, afloran las reminiscencias de la abogada que fue. En su día la empresa le ofreció un aumento de sueldo si aceptaba llevar una cartera de clientes. «Lo rechacé, no podía estar hasta las diez de la noche. Sí echo de menos aquella época… Yo fui la primera mujer en conciliar una vida familiar y laboral en consultoría», afirma, orgullosa. Pero enseguida vuelve. «No me arrepiento de haberlo dejado. No cambio por nada una merienda con mis hijos». Ella y Ramón viven del negocio de él, una empresa de contratos temporales. Por su lado, Amelia ha creado una fundación dedicada a cubrir las necesidades de los discapacitados físicos y psíquicos.
«Hay gente que no puede dedicar tanto tiempo a los hijos», opina Ana Viguera, empleada de una empresa de riesgos y madre de tres hijos. «Si trabajas hasta tarde, ¿cómo vas a dedicarte a ellos? Tener una familia numerosa así no tiene sentido. Y yo no quiero que me los eduque otra. Se nota mucho los hijos que tienen a sus padres detrás y los que no». Un estudio reciente de la CE indica que existen amplias diferencias entre los Estados miembros respecto a la flexibilidad del horario laboral. En Finlandia y Noruega el 50 y el 62 por ciento de los asalariados pueden amoldar su tiempo, mientras que en España, sólo el 15 por ciento.
Organigrama familiar
Para el psiquiatra Javier de las Heras una familia numerosa, salvo aquella en situación de penuria económica, suele ser positiva. «Un inconveniente puede ser que los niños estén menos atendidos, pero aprenden a compartir, tienen mejor tolerancia a la frustración, desarrollan más las habilidades sociales, son menos caprichosos, y es extraño que se den trastornos narcisistas y niños sobreprotegidos».
Amelia lo tiene así organizado en su casa: «Patricia y Ramón, los mayores, me ayudan por ejemplo con Valeria, que es el juguete de la casa con sus dos añitos». Aunque cada uno tenga asumido su papel, hacer tareas juntos los une. «Los domingos ordenamos la casa con música de fondo», explica Amelia, entre risas. «Antes no había problema, porque poníamos Frank Sinatra, pero ahora cada uno quiere escuchar su música». Ramón le da unas palmaditas a su hijo Jacobo, de 11 años. «Lo bueno es que siempre tenemos al bailarín de la casa».
Ramón opina que la sociedad actual, «hedonista», está olvidando el concepto de familia, que para él favorece la doctrina cristiana de «darse a los demás». «Con ellos me siento lleno, satisfecho». Es lo que significa, en hebreo, siete.
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