Roma

El rosario en una mano y el paraguas en la otra

La oración y el buen humor mantienen alta la moral de los peregrinos en la noche empapada de Roma

016MAD01fot2
016MAD01fot2larazon

ROMA- La lluvia intermitente baña las calles de Roma. En la Plaza de Venecia un grupo de curas se cobija debajo de unos árboles para comer. En la parte más alta del graderío del Circo Máximo se sitúan los sets de televisión, que constantemente realizan conexiones en directo. Los perros de la policía olfatean el escenario por si hubiera algún artefacto sospechoso mientras una cuadrilla de miembros de Protección Civil dan agua y comida a los peregrinos. A unos metros de allí una caseta recoge inscripciones para la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid. En el lugar donde tantos cristianos fueron martirizados en épocas del Imperio, unas peregrinas italianas desafían al mal tiempo y cantan «Forever Young», como lo hiciera Bob Dylan ante Woytila. Un manto de velas de colores cubre el Circo Massimo. Trescientos jóvenes scouts polacos llegan cantando con banderas de su país. Hay otro grupo polaco que reza el rosario incluso antes de iniciarse la velada. Filipinos, libaneses, húngaros, japoneses y búlgaros escuchan con emoción los recuerdos del que era secretario de Juan Pablo II, el cardenal Dziwisz. El silencio de los peregrinos sobrecoge, pero a veces lo interrumpen españoles con gritos de «se nota se siente, el Papa está presente». Mauricio, mexicano, vino a Roma para la beatificación: «el ejemplo de Juan Pablo II me ha fortalecido en mi camino como cristiano y como persona». Salta de alegría al ver en las pantallas gigantes a la gente congregada en el santuario de Guadalupe, uno de los cinco santuarios marianos conectados en directo para el rezo del Rosario. Acabada la vigilia, muchos acuden a las ocho iglesias del centro que no cierran por la noche. En la Chiesa Nuova un grupo de italianos canta salmos mientras los más jóvenes aprovechan para echar una cabezadita y poder estar frescos para el gran día.