Asia

Tokio

El Gobierno nipón inicia un operativo para acabar con la escasez de gasolina

El Gobierno nipón anunció hoy un gran operativo para poner fin a la escasez de combustible, que se une a otros para facilitar agua y alimentos, cuyas carencias son las nuevas amenazas para los miles de refugiados tras el terremoto de Tohoku y posterior tsunami del pasado día 11.

El Ejecutivo nipón se ha puesto en contacto con las petroleras del oeste de Japón para que envíen 20.000 kilolitros de gasolina y carburante al día a las regiones más afectadas por el terremoto en norte y este de Japón.

El ministro de Economía, Comercio e Industria, Banri Kaieda, pidió a las refinerías que aumenten su operatividad del 80 a más del 95 por ciento, para que puedan poner fin a la total falta de combustible y a las grandes esperas en las gasolineras de las áreas devastadas por el terremoto y posterior tsunami.

Además, gasolineras del noreste del país se designarán como prioritarias para el suministro de combustible a los vehículos de emergencia, como coches-patrulla o de bomberos, que también se han visto afectados por la extrema escasez de estos días.

El combustible se ha convertido en una de las primeras exigencias de los refugiados, ya que es esencial para facilitar sus movimientos, después de que en los últimos días los automóviles de regiones como Iwate, Miyagi o Fukushima, hayan tenido que recurrir a largas espera para procurarse la escasa gasolina.

La falta de combustible ha llegado a tal punto que en algunos refugios ha habido problemas para mantener funcionando las estufas que calientan a familias enteras o personas mayores en plena ola de frío y nieve en el noreste del país.

También pondrá en marcha un plan de emergencia para distribuir aceite para estufas a los refugios y personas más afectadas por la destrucción de sus casas y el temporal de nieve en regiones como Iwate.

Los cerca de 2.200 refugios repartidos en la zona noreste de país acogen 420.000 damnificados, que tras sobrevivir al terremoto, aún se enfrentan a nuevas amenazas en medio de un frío creciente y una rutina desoladora.

Por sexto día, una bola de arroz, algo de carne o sopa ha sido el menú común para quienes se quedaron sin hogar tras el seísmo de 9 grados de Tohoku y el posterior tsunami, que ha dejado por el momento 15.000 víctimas (5.429 muertos y 9.594 desaparecidos), según la Policía.

El desastre natural y la crisis nuclear de la central de Fukushima Daiichi, situada en una región famosa por su producción de sal, ha impactado también con fuerza en la industria alimentaria nipona.

La Asociación de la Industria de Sal de Japón liberó hoy 900 toneladas de sal de sus reservas, ante los problemas de suministro en la industria alimentaria como consecuencia de los paros en seis fábricas del país.

Esta es la primera vez que el Gobierno nipón saca sal de sus reservas, algo que se une a la decisión excepcional de ayer de dar salida a sus provisiones de arroz para hacer frente las necesidades de la población afectada.

La escasez de productos básicos en algunos lugares de Japón, como en Tokio, ha empeorado debido a que muchos han decidido hacer acopio de provisiones y combustible ante la incertidumbre de la situación, algo que le Gobierno ha pedido que deje de hacerse.

Los cortes intermitentes de luz podrían agravarse en Tokio por el incremento del gasto de energía derivado de la ola de frío que comenzó ayer, mientras la falta de electricidad en las zonas más afectadas imposibilita a los afectados contactar con sus familias.

Al mismo tiempo, los 80.000 efectivos de los equipos de rescate continúan buscando a los desaparecidos, que podrían sobrepasar los 10.000.

Las autoridades niponas han pedido a la Policía que acelere los procedimientos de identificación, al tiempo que la región de Miyagi se buscan a voluntarios para atender a las familias de la víctimas, muy afectadas por un tsunami que ha reducido a escombros pueblos enteros como Minami Sanriku.

En regiones como Iwate o Fukushima, la Policía anuncia de manera excepcional los nombres, edades y direcciones de los fallecidos en el desastre natural para acelerar los procesos de identificación.