Murcia

Todos al paro

La Razón
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Uno de cada cuatro españoles en edad de trabajar es carne de cañón de las listas del INEM, es decir, está parado. Una de cada cuatro familias de esos millones de parados tiene a todos sus miembros desempleados, viven en el umbral de la pobreza o ya se han instalado en ella con vocación de permanencia. La mitad ha perdido su única vivienda, reclaman que se apruebe la dación en pago, como ya han hecho algunas comunidades del PP, o renegocian con los bancos su crispada hipoteca para prolongar su agonía, cuando no se está directamente a la espera de la visita del secretario judicial y la Policía que les pondrán directamente de patitas en la calle. Hablo de que uno de cada dos jóvenes está desempleado y con un horizonte como para salir corriendo. Si los gran Berlanga vivieran seguro que nos harían reír, o llorar, con una versión dramatizada del «Todos a la cárcel», pero esta vez bajo el título de «Todos al paro». Y ahora que están juntos en el cielo y tienen una eternidad para recrearse con nuevas películas les sugiero un arranque para las primeras tomas que muy bien podrían comenzar con el mitin de Zapatero hace cuatro años cuando nos prometió el pleno empleo y el mayor crecimiento económico jamás conocido. Ni a Angela Merkel se le habría ocurrido algo mejor, aunque nunca sabremos si Zapatero quiso decir «todos a las listas del INEM», en vez de pleno empleo, como consecuencia de uno de esos «lapsus linguae» a los que nos tiene acostumbrados. España es el país europeo con mayor índice de desempleo (cerca de un 22 por ciento) y mayor destrucción de puestos de trabajo estables de todo Occidente (1.600 trabajadores van a la calle diariamente). Alguien podría estar tentado a calificar estos datos de tremendistas, descontextualizados y anacrónicos. Pero no. Son los datos del tercer trimestre de la Encuesta de Población Activa (EPA) publicados por el INE, organismo que, como bien sabemos todos, depende directamente del gobierno Zapatero. «La vida es así, no la he inventado yo...» - como dice en «Jardín Prohibido» Sandro Giacobbe. ¡Ay!, con los datos tan tercos, tozudos y contundentes como circunflejos. ¡Qué silencio tan sepulcral el del candidato Rubalcaba, o el de los sindicatos, correa de trasmisión de Toxo y Méndez, o el de Saura y Veracruz en Murcia! Aunque si sólo callaran ya sería algo edificante, pero no. Encima se permiten acusar a Valcárcel de ser el campeón del paro, cuando justamente ayer, los mismos datos de la EPA les desmentían al situar a Murcia como la Región que lidera la creación de empleo en toda España. El tuerto, como dice el refrán, es el rey en el país de los ciegos. Los españoles se embarcaron en el Titanic hace siete años y, ahora, a cerca de 4.000 metros de profundidad, nadie es culpable de nada. Lo será, eso sí, el próximo gobierno de Mariano Rajoy y entonces vendrán los muditos de la película (Toxo y Méndez) a culpar al PP de todos los males, desde el hundimiento del Titanic, el desastre de Trafalgar, la pérdida de las colonias, la muerte de Manolete y los cinco millones de parados. Perdón, los seis millones de desempleados. Los cinco que admite el propio Gobierno y el otro millón que no cuenta, pero que también existe sumergido en los cursos de formación y el paro estructural de todos los españoles que nunca tuvieron oportunidad ni nunca la tendrán, y menos ahora, de encontrar trabajo en la España socialista. Ésta es la realidad, la cruda realidad y la herencia envenenada que nos deja el PSOE cuando le demos la patada en ese justo lugar donde la espalda pierde su honroso nombre.