PSC
Los voceros
Artur Mas constituye hoy su Gobierno. Lo puede hacer porque el PSC se abstuvo en la sesión de investidura después de firmar un documento que tiene el valor de una declaración de intenciones, aunque no es un pacto de Legislatura. Los voceros de la caverna ya lo han interpretado. Es una alianza –¡vergonzante claro!– que atenta contra la unidad de España y, lo peor, dará aire al Gobierno por unas migajas. Está claro que ni lo han leído, no vaya a ser que la realidad les estropee su enésimo ataque contra los catalanes y, evidentemente, contra los que se arrodillan sumisos a sus «reivindicaciones ilegítimas»: los socialistas de Zapatero.
Son los mismos voceros que calificaron a Juan Rosell, nuevo presidente de la CEOE, como peligroso independentista, que calumniaron a Isidre Fainé, actual presidente de la confederación de cajas, o que miran con recelo a Isak Andic, presidente del Instituto de la Empresa Familiar. Su delito, ser catalanes. Desde la zafiedad, los cavernícolas voceros ya han puesto en la picota al nuevo Gobierno de Cataluña cuando éste ni ha empezado a andar. A pesar de este griterío, que será una constante, Mas y los socialistas han enviado un mensaje a la sociedad catalana de estabilidad, de corresponsabilidad en los temas que hay que afrontar con inmediatez en materia económica, infraestructuras o I+D+i. Un mensaje que unos y otros han entendido como resultado de las elecciones. Han ocupado la centralidad. El PP se ha quedado con el paso cambiado, pero quizás por poco tiempo. Los augurios electorales se lo pueden hacer recuperar. Nadie les ha cerrado la puerta, y menos Mas, a no ser que se ponga al frente de los voceros.
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