Historia

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Mi cáncer IV por Paloma PEDRERO

Mi cáncer IV, por Paloma PEDRERO
Mi cáncer IV, por Paloma PEDREROlarazon

Ya estoy a punto de caramelo, a punto de ingresar. Tengo miedo sí, mucho, miedo a la anestesia, al dolor físico, a lo que puedan encontrar de inesperado, a sufrir, en una palabra. Pero también tengo una gran alegría, la de saber que en breve el bicho se va a ir al infierno. Me hace ilusión pensar que en el siguiente artículo os voy a decir: vencido está el canalla, más que trasquilado. Estoy nerviosa, escribo nerviosa; ando despistada y se me caen las cosas de las manos; pero aquí sigo trabajando, dando videoconferencias, ensayando la lectura de «En la otra habitación», haciendo papeleos. No el testamento, eso, de momento, ni en broma. Estoy archivando, arreglando mi mesa… Arreglando mi casa para los que vienen a cuidarme. Es una tontería, lo sé, pero tengo que encontrar un hueco para ir a la peluquería. Necesito estar guapa cuando me lleven al quirófano; cuando diga hasta luego a mis queridos y comience mi atolondrado recorrido en esa cama conducida por un celador. Es curioso, pero las veces que he pasado por ese lugar aséptico y frio, siempre ha habido una mano desconocida apretando la mía, dándome ánimos. Creo que, aunque no nos lo digan, en todos los quirófanos tienen contratado a un ángel. Pienso ahora en lo que me decía hace años mi admiradísimo José Luis Sampedro: «A partir de una edad vamos bajando escalones». Claro, pero él sabe mejor que nadie que esa escalinata hacia abajo puede estar llena del mejor vértigo de la vida. Y hay que apostarse bien en cada peldaño, mirando hacia arriba, hacia el cielo. Qué incertidumbre… No sé si tengo que llevar pijama o me pondrán esa batita espantosa que se ata a la espalda y que hace lucir ese lugar en que la espalda pierde su nombre. El enfermo lo primero que pierde es la sensualidad. Pero yo lucharé con eso también y, en el momento que me quiten la vía, agarraré el carmín y me lo pasaré delicadamente por los labios. Dos veces. Y cuando venga el médico le sonreiré. Estoy segura que entonces me dará el alta.