Murcia

OPINIÓN: Renovarse o morir

OPINIÓN: Renovarse o morir
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El 30 de julio de 2011 cerará sus puertas El Bulli, ese centro de investigación de cara al público capitaneado por Ferran Adrià, y que se ha convertido en el auténtico paradigma de la vanguardia gastronómica a nivel mundial. La causa de este cierre no responde a ninguna mala racha del negocio ni, mucho menos, a posibles síntomas de fatiga y hastío que pudieran haber aparecido en esta estrella de la cocina. Por el contrario, esta súbita «suspensión de actividades» obedece a un deseo explícito y firme de mejorar, de reinventarse y fundar un nuevo «origen» para una trayectoria que, hasta el momento, no ha dejado de ser sorprendente. Y he aquí lo excepcional de una personalidad genial como la de Ferran Adrià: que, por encima del éxito incomparable de un producto como El Bulli, se encuentra la necesidad de la innovación como piedra angular e innegociable de cualquier carácter creativo. ¿Quién, en unas circunstancias similares, iba a tener el arrojo y la coherehncia extema de renunciar al éxito en beneficio de la evolución? La respuesta es demoledora: una muy selecta minoría, por no decir que nadie. Vivimos, en efecto, en una época en donde lo que se busca, ante todo, es encontrar, para cada individuo, una seña de identidad, una suerte de estilo definidor que le diferencie del resto de sujetos, otorgándole, por tanto, la consabida notoriedad. El problema, empero, es que tan pronto como este estilo es hallado la persona en cuestión deja de avanzar, de arriesgar, para acomodarse en una identidad que es la cifra y la clave de esu éxito. En el arte, esto suele ser muy habitual: cuántos jóvenes artistas han encontrado el tan ansiado estilo en los primeros pasos de su trayectoria profesional, obteniendo un rápido triunfo en el mercado, y, simultáneamente, han firmado su sentencia de muerte creativa. Lo peor que le puede pasar a un artista es creer que ya ha llegado donde pretendía, que ya lo tiene todo hecho. La creacción, por naturaleza, se caracteriza por un espíritu insaciable, insatisfecho, desacomodado, dispuesto siempre a abandonar los caminos conocidos y sancionados por la sociedad, para extraviarse y transitar por senderos que siempre implican riesgo e incertidumbre. Así lo ha entendido perfectamente Ferran Adrià: es tanto lo que queda por explorar, que contentarse con llegar a la primera estación es reconocer la derrota del sujeto, su conformismo, su defunción.

*Consejero de Cultura y Turismo