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ANÁLISIS: Cierre en falso del escándalo de cara al 8-N por Xulio Ríos

La Razón
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La fecha del congreso se ha hecho pública al mismo tiempo que la decisión de expulsar del partido a Bo Xilai. ¿Se ha decidido resolver el «caso Bo» antes de convocar el cónclave?
– Así es. No podían llegar al congreso del PC con esa herida abierta y ,tras los casos de Gu Kailai y Wang Lijun, le ha tocado el turno a Bo. También en esto la jerarquía cuenta. Ahora se trata de pasar página y centrarse en la agenda de la reforma para los próximos años.
¿Se celebrará el juicio contra Bo Xilai antes del cónclave para finiquitar del todo el escándalo?
–No se puede descartar por entero. Lo dificulta que ahora viene un periodo de vacaciones en China y que situaría el proceso ordinario y la condena muy cerca de la apertura del congreso. El asunto central ya ha sido resuelto. La expulsión de Bo Xilai refleja que en la justicia «principal», la partidaria, el tema ha sido sentenciado. La otra pena, a fin de cuentas, en estos casos tan singulares, casi importa menos.
Los cargos de corrupción en China a veces acaban en pena de muerte.¿Cree que en el caso de Bo se llegará a tanto?
–No lo creo, aunque no han trascendido muchos detalles. La preocupación esencial del caso es de naturaleza política y ese problema se ha desactivado. Sería inexplicable y contraproducente una condena a muerte.
¿El retraso en las fechas del congreso es una prueba de que ha habido divisiones?
–El retraso es relativo. En 2002, también se celebró en noviembre. Además, se cumple la alusión al segundo semestre. No obstante, ha habido divisiones, pero a estas alturas debe existir acuerdo en ambos sentidos, tanto respecto al futuro de Bo como en lo que atañe a la conformación del futuro Comité Permanente del Politburó (selecto club de entre siete y nueve hombres que gobiernan China).
 

Xulio Ríos
Dir. del Observatorio de la Política China