Presentación
Recortes sin recortes por Pedro Alberto Cruz Sánchez
La mejor manera de hacerse el tonto es no despegar los ojos del detalle y obviar el conjunto. La fórmula del todo por la parte no siempre funciona ni permite un conocimiento mínimamente fidedigno de la realidad; la estrategia de ofuscarse en un punto del infinito y analizarlo sobre vacío, en la radicalidad de un comportamiento demagógico insultante para la inteligencia es el más claro signo de la barbarie. Y es que, en efecto, así podríamos calificar el debate político en España: pura gestión de los recursos nocivos de la barbarie.
Expliquémonos: durante no sé cuánto tiempo, políticos, analistas, agentes sociales y ciudadanía convienen que es necesario redimensionar el gasto público con el fin de cortar la hemorragia del déficit. A simple vista, y en una perspectiva general, todo el mundo está de acuerdo en que este «empequeñecimiento estratégico» ha de producirse, y además con la mayor celeridad posible. Pero ¿qué es lo que sucede cuando, toda vez que se ha realizado dicho ejercicio de adelgazamiento, estos mismos opinadores pasan a evaluar los efectos causados en cada una de las partidas? Pues sucede que histéricamente se desgarran la piel ante la constatación de una evidencia: tal partida de inversión ha disminuido con respecto a años anteriores.
La primera conclusión: para tal viaje no hacía tantas alforjas –o formulado en términos menos lindos: para proferir gilipolleces de este tipo, no hace falta una estructura de opinión tan sobredimensionada como la que tiene este país. Porque es de perogrullo que si se reducen necesariamente los presupuestos, en algún sitio se tendrá que reflejar. Lo que no se puede consentir es que un discurso general sea contradicho fanática y demagógicamente –es decir, por una cuestión de mera ideología- por el análisis del detalle, de manera que, en abstracto, compartimos la necesidad de reducir el déficit, y en concreto, llamamos al activismo contra los recortes. Así está España: jugando a hacernos unos a otros luz de gas, en el momento más dramático de su historia reciente. Pero como si hay algo en lo que este país es líder mundial –en consentir y dar asilo a la estulticia-, lo único que podemos hacer es cruzar los dedos para que nuestro afán autodestructivo no se lleve por delante tantos logros conseguidos en momentos de clarividencia.
Consejero de Cultura y Turismo
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