Libros
María Vallejo-Nágera: «Hablo todos los días con mi ángel de la guarda»
–Lola Torbellino, su personaje, pone mucho empeño en hacerlo todo bien, pero al final siempre se la acaba cargando. O sea, como el Gobierno.
–Sí, algo parecido. Pero Lola tiene mejor intención que el Gobierno.
–La niña, Lola, se lo cuenta todo a su hada madrina. ¿Mejor que al psiquiatra?
–Sí. Los psiquiatras te dicen cosas que no quieres oír. El hada madrina te dice lo que quieres oír.
–Por eso usted prefiere hablar con las suyas, ¿no?
–No. Yo hablo todos los días con mi ángel de la guarda.
–Me imagino que su Lola Torbellino tiene mucho de la niña que fue...
–Por supuesto. Es rebelde, respondona, pero tiene un corazón de oro, como yo, que soy muy buena.
–Dígame cómo ve a los niños de hoy.
–Un poco confusos y tristes.
–Y, además, leen poco...
–Porque leer requiere pausa, cierta paz, y ahora tenemos a los críos estresados con tantas actividades extraescolares: que si el ballet, que si el judo, que si el tenis... Estamos asfixiando a los niños. ¿Cómo van a leer?
–Prefieren los videojuegos, la tele, internet...
–Como los mayores. Todo lo queremos muy rápido, hasta el ocio, y para leer hace falta tiempo. Y pensar.
–Es su primera incursión en la literatura infantil. ¿Por qué?
–Después de siete libros muy duros, dolorosos, necesitaba aire fresco, y decidí divertirme escribiendo para divertir a los lectores. Las anécdotas que cuento son reales. Por ejemplo, la del columpio.
–¿Qué pasa con el columpio?
–Yo era amiga de Ágatha Ruiz de la Prada, que tenía ¡un columpio en su cuarto! Algo increíble. Todas queríamos ir a jugar a casa de Ágatha, claro.
–La Fontaine dice que la infancia es despiadada...
–Lo que pasa es que los niños dicen la verdad. No saben ser hipócritas.
–¿Por qué cree que les gusta tanto Harry Potter?
–Porque es el chico feo y débil que acaba triunfando.
–Afirman que la sociedad de hoy es infantil, inmadura...
–No. Maduramos, pero, ante tantos horrores, queremos volver a ser niños.
–O sea, huir al País de Nunca Jamás. ¿Le gustaría?
–No. Yo quiero ir al cielo, que es mucho mejor.
–Y además allí ni se habla de la crisis, dicen.
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