Educación

IV / Educación: Asignatura pendiente por Juan Carlos Domínguez Nafría

Los jóvenes llegan a la universidad con menos preparación

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La invocación a la educación es obligada en quienes, junto con otras medidas para conjurar los problemas más acuciantes de la crisis, reclaman una mirada de largo alcance. Piensan, con razón, que si no se ataca el problema en su raíz, con una perspectiva a medio o largo plazo, mal se puede vislumbrar un futuro más sólido. Y claro, en el largo plazo, la educación, el buen funcionamiento y resultados del sistema educativo, son determinantes. Ahora bien, por mucho que se hable de una perspectiva de decenios, no podemos abordar la «cuestión educativa» desde una actitud meramente retórica. Con la mente puesta en el futuro, debemos preguntarnos qué se puede hacer, aquí y ahora, ante una tasa de abandono escolar que llega al 28,4 por ciento –doblando la media europea– y frente al objetivo de la UE de reducir esta tasa al 10 por ciento.

Así, a la comunidad universitaria le corresponde describir su realidad. Y una parte negativa de ésta tiene que ver, posiblemente, con un alumnado que llega a nuestras aulas con una preparación que percibimos cada vez menor. No es una carencia esencialmente referida a los contenidos curriculares, que también, sino a la actitud, a la predisposición personal ante el esfuerzo y la superación. Y sin ellos, es difícil imaginar la educación y formación de las personas. Hay que recordar que el número de universitarios españoles ha crecido un 1,5%. En total, 1.412.472 alumnos.
 
Pero mal haríamos en la universidad si atribuyéramos la culpa de nuestros males sólo al «empedrado» de un alumnado no suficientemente preparado. Hemos de reflexionar sobre lo que supone el Espacio Europeo de Educación Superior –el proceso de Bolonia–. Hemos de ser conscientes de que no se nos interpela a una mera adecuación organizativa, sino a un replanteamiento global de las enseñanzas. Lo que Bolonia nos pide a las universidades es que rindamos honor a nuestro nombre. Ello exige profundizar en las ya existentes vías de colaboración internacional, ampliar los cauces de intercambio de conocimientos y, superando parcelaciones, mover las estructuras hacia el paso cualitativo de impartir títulos conjuntos con otras universidades extranjeras, dentro del concepto de la doble titulación. Éste es el camino que estamos recorriendo, como demuestra la colaboración trabada con universidades como las de Boston y Chicago.

Condición necesaria para ello es la potenciación de la investigación. La transferencia dinámica de conocimiento requiere que se profundice en él y que se generen nuevas inquietudes. La investigación ha de integrarse como factor de sostenibilidad económica de la universidad a través de las patentes.

Hechas estas consideraciones, a nadie se le escapa que las dificultades financieras no son ajenas a la universidad. Creatividad, innovación y generosidad son conceptos que debemos manejar con habilidad en estas épocas de estrecheces. Y todo ello sin olvidar que la educación de hoy, en todos sus niveles, es nuestra mejor inversión para el futuro.


Juan Carlos Domínguez Nafría
Rector Universidad CEU San Pablo