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Médico y aficionado
Y sobre todas las cosas, gran señor, así definiría al doctor don Ramón Vila. Tuvo la gentileza de aceptar ser protagonista de un encuentro taurino de este periódico. En el salón del Meliá Colón, donde se celebró el acto, se creó un ambiente de corrida de lujo. No fue conferencia ni tertulia, ni monólogo ni diálogo, fue un auténtico espectáculo, porque Ramón sabe administrar los tiempos divinamente. Intercaló los argumentos serios con las anécdotas más divertidas. Después de más de 80 minutos, tenía argumentos para 12 horas más. El público salió feliz y así siguió en la copa posterior. De entre las muchas cosas interesantes que expuso, destacaría la rigurosa estadística que maneja, donde se demuestra que hace solo 10 años había muchas más cogidas, pero la mayoría leves. Ahora hay menos cogidas, pero casi todas graves. Lo achaca a que el toro de 4 años tenía mucha viveza pero no mala intención. Mientras que el actual de 5 años tiene menos movilidad pero un peor instinto. Afirmó que, en su larga experiencia de toros y toreros, el matador que nada más salir un morlaco por el chiquero ya sabía cómo iba a comportarse, era el maestro Curro Romero. Que esa lírica de que las manos milagrosas de los médicos y el toque divino de los toreros es la que hace que se recuperen tan pronto de sus tremendas cogidas, no son más que las leyendas del espectáculo. Que la curación de los mismos se debe a que no pasan más de 5 minutos entre la cogida y que esté estabilizado en el quirófano de la plaza, añadiendo que generalmente el médico ha presenciado la cogida y, por experiencia, ya sabe cómo tiene que actuar. Mientras que en cualquier otro accidente o enfermedad pasa un periodo normalmente de más de una hora hasta que el paciente está en buenas manos. Y así desgranó sus grandes conocimientos y sus muchas anécdotas divertidas, que un día les contaré para satisfacción de todos.
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