La Rioja
Metástasis: por Alfonso Ussía
La colonización de España de las tierras vascas no ha existido nunca y se la han inventado
Más de trescientos mil vascos han votado a la huella del terrorismo. Lo que fue un tumor se ha extendido por la sociedad vascongada y se ha convertido en una devoradora metástasis. Son votos sin memoria, o lo que es peor, votos con la memoria de la sangre, presente y gélida. Todo viene de lejos y se hicieron muy mal las cosas en los primeros pasos de la democracia. Complejos de UCD e inteligente cinismo del PNV con la ayuda inestimable del PSOE y el PSE. Los socialistas han resultado excesivamente infecciosos en los nacionalismos periféricos. Siempre han elegido la opción de la concordia con quienes deseaban el debilitamiento de España a la armonía con UCD, AP, y el PP. El pacto de López con Basagoiti tiene un valor inestimable, pero tardío. Se trataba de debilitar a un sistema establecido, y en efecto, los creadores y guardianes del sistema, el PNV, ha pasado a ser la segunda fuerza política en Vizcaya, Guipúzcoa y Álava, dejando el campo libre a los recopiladores del horror, al que no han renunciado ni por el que han pedido perdón.
Los seis magistrados sumisos del Tribunal Constitucional abrieron de par en par la puerta de las instituciones democráticas a los herederos de la ETA. A los herederos y a los cómplices y a los mismos etarras. Los documentos gráficos y las presencias allí reflejadas no mienten. Cometida la ignominia, nadie puede discutir que la gran vencedora en las elecciones en el País Vasco ha sido Amaiur. Más de trescientos mil votos. Una sociedad que concede trescientos mil votos a los que representan los aledaños del terrorismo es, en principio, una sociedad ética y moralmente agónica.
Pero los votos de la agonía moral, de la amoralidad extendida, son válidos, y aunque el objetivo de «Amaiur» es la independencia y la implantación de una dictadura estalinista en las Vascongadas, juegan con las ventajas y libertades que la democracia les cede para alcanzar su objetivo. De conseguirlo, que lo estimo improbable, ya pueden los nacionalistas del PNV darse prisa antes de que los detengan por burgueses cristianazos, para alcanzar el límite con Navarra, La Rioja o Castilla y librarse de la quema.
Los derechos históricos no existen y se los han inventado. La colonización de España de las tierras vascas no ha existido nunca, y se la han inventado. Vizcaya, Guipúzcoa y Álava fueron fundadoras de España. El franquismo no colaboró en la recuperación de la confianza de los vascos hacia el resto de los españoles. Pero el tumor es consecuencia de un ayer cercanísimo. Apenas un siglo. Y en las últimas décadas, entre la épica sangrienta del terrorismo, los complejos de la Derecha, la cobardía aduladora de la Izquierda, la insensatez racista del PNV, y el silencio manso de una sociedad cobarde, se ha culminado el proceso de putrefacción que hoy nos muestra el que fue un pueblo ejemplar, emprendedor, riguroso con sus raíces y abierto al resto de los españoles.
No hay democracia en el mundo que acepte en sus instituciones a quienes no han pedido perdón por el terrorismo. En su programa no existe otro objetivo que el de alcanzar las exigencias expuestas durante décadas por las pistolas, las bombas y, los secuestros y los chantajes. Vestido de otra manera, el fin es el mismo. Difícil arreglo para todos. Los españoles no vamos a permitir que nos desgajen nuestro mapa. Y los trescientos mil votantes de «Amaiur», sumados a los del PNV, ya han preparado el cuchillo para darle el tajo. Metástasis incurable.
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