Barcelona

Tirados en el aeropuerto

Tras dos días de caos absoluto, los aeropuertos españoles comenzaron ayer a recobrar lentamente la normalidad, si bien los perjuicios ocasionados por la «huelga salvaje» de los controladores se dejarán sentir aún durante varios días.

Una de las afectadas por la huelga salvaje de los controladores
Una de las afectadas por la huelga salvaje de los controladoreslarazon

En el aeropuerto de Barajas, la calma que se vivía a primera hora de la tarde de ayer reflejaba la vuelta a la operatividad del aeródromo madrileño, donde los mayores problemas se centraban en encontrar plazas para los viajeros que se quedaron sin poder volar entre el viernes y el sábado.

Es el caso de Regina Evita, de vacaciones en España, y que debía haber volado hacia Malabo (Guinea Ecuatorial) en la tarde del viernes, justo cuando se desencadenó el conflicto que ha mantenido paralizado al país durante dos días. Tras haber viajado desde Barcelona en autobús, y después de estar ya dentro del avión, ella y el resto de su grupo fueron obligados a desembarcar sin ninguna explicación.

Después de dos noches durmiendo en la terminal –la compañía aérea no le proporciona un hotel al no estar en tránsito aéreo, a pesar de facilitar los billetes de autobús–, Regina se muestra desesperada ante su situación. En lista de espera, la aerolínea la informa de que tampoco tendrá plaza para volver a casa hoy. No sabe cuando podrán regresar. «Nos tienen aquí tirados», se queja impotente esta afectada por el caos aéreo que han provocado los controladores.

En esta misma situación se encuentran otros miles de afectados por la huelga, que vieron cómo sus vuelos no despegaban y ahora se encuentran a la espera de ver en qué avión pueden ser recolocados. Aunque los vuelos ya operan con normalidad, los retrasos son habituales en los vuelos que parten o llegan al aeródromo madrileño.

En la terminal 4, la de mayor tránsito, la tranquilidad que se vive en sus pasillos –mayor incluso que la de un día normal– contrasta con la tensión y el malestar de la gente que ha visto sus vacaciones truncadas por la «guerra» de los controladores. Las caras largas y el silencio invaden la terminal. Los únicos que parecen sonreír son aquellos que tenían su vuelo programado para hoy y que han visto cómo la solución del conflicto les permitía disfrutar del ansiado puente de la Constitución, tan esperado por muchos.

Unas cincuenta personas esperan pacientemente en la cola de los mostradores de información, a la espera de que alguien les de una explicación que les permita saber a qué atenerse. «Han paralizo el país y no tienen derecho», se queja María. Esta pasajera tenía que haber llegado el sábado por la mañana a Canarias y no lo hará, como mínimo, antes de mañana. «No los van a despedir y, con lo que cobran, les da igual una sanción económica», afirma.

Donde anteayer se arremolinaban decenas de autobuses para trasladar a los afectados rumbo a otras ciudades españolas, ayer sólo había silencio. Muchos mostradores de facturación están hoy cerrados. Los aviones han vuelto a aterrizar y la zona de llegadas tiene mucho más movimiento del que tenía el fin de semana. La calma ha regresado a Barajas, pero aún tendrá que pasar algún tiempo para olvidar lo sucedido.