Fútbol

Fútbol

Regreso a la vida

La Razón
La RazónLa Razón

La mirada perdida, el cuerpo inerte, el espanto dibujado en la cara de Marcelo; los médicos, acongojados; los camilleros, sobrecogidos; el graderío, mudo; Rubén de la Red, ido, en la frontera del limbo. Síncope en Irún, mientras jugaba. Fue el 30 de octubre de 2008 cuando le cambió la vida, amenazada de muerte. Tenía 23 años, despuntaba como futbolista profesional, su contrato se prolongaba hasta 2012 y era tan factible prorrogarlo como mejorarlo. La Primitiva, el Gordo, el Euromillón y un billete premiado en Navidad. Superó con matrícula de honor la reválida en Getafe y volvió al Madrid. Se afianzaba en el equipo de Schuster, era internacional, campeón de Europa con España, comía perdices, su toque de balón pasaba a la posteridad y su visión de la jugada trascendía, como su precisión en el pase. Prometía, disputaba la gloria con los mejores y se agotó de forma prematura. Justo dos años después, la Seguridad Social le dio de baja y el Real Madrid, cuando los suficientes especialistas consultados bajaron la cabeza, le ofreció una salida. Ya no ganará 2,4 de euros al año sino 1.800 euros al mes. Ya no compartirá vestuario con Cristiano Ronaldo, Canales, Sergio Ramos o Kaká. La jaula de oro para Rubén se ha cerrado por fuera. Llegó demasiado tarde a las inmediaciones de Mourinho, que fichó a Karanka para que le ayudara por un millón anual y demasiado pronto a las latitudes de entrenador. Le queda algo más de un mes para licenciarse en el tercer nivel. Pero lo cuenta. Ha tenido muchísima más suerte, fortuna infinita e intangible, que Antonio Puerta o que Dani Jarque. Qué no daría la familia de esos dos jóvenes futbolistas desaparecidos por que Antonio o Dani trabajaran hoy en el fútbol base por 1.800 euros, incluso gratis.