PSOE

Liberad a Trini

La Razón
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Cruzado el ecuador de la Legislatura, el calendario mira a 2012. «¿Cómo lo ves?», me pregunta un ex colaborador del presidente, sin esperar a los postres. Tiro de respuesta de amplio espectro: «En dos años hay tiempo para que la economía respire y ETA se asfixie del todo, pero dudo que sea reversible la curva de descrédito que arrastra Zapatero». El ex me asegura que el presidente no anda aún en estos cálculos. Debe de ser el único que se resiste al juego. «Su mejor baza es tener enfrente a Rajoy», me dice, «los votantes están cansados de ver las mismas caras». «Si el rival es Zapatero», aventuro, «Rajoy gana, pero si el rival es otro, lo tendrá crudo». «¿No estarás pensando en Gómez?», me dice, sorprendido. Me río. Gómez es un libro en blanco que se aparece ya en todas las salsas, el comodín de la baraja que nadie está seguro de para qué sirve. «No», le digo, «pensaba en Trini». Las encuestas que maneja José Blanco revelan a Trinidad Jiménez como sólida figura en alza, no sólo en Madrid, aunque sobre todo en Madrid; un fenómeno interesante, dado que el Ministerio de Sanidad nunca fue un trampolín político apreciable. Por edad, por currículum y por talante (sí, por talante), Jiménez es una baza. «Vi su rueda de prensa con De la Vega», le digo, «y confirmé la eficaz portavoz del Gobierno que os estáis perdiendo». Tiene labia, soltura y telegenia, todo lo que se echa en falta en la portavoz que ahora ejerce. Tiene mejor discurso que Chacón y está menos vista que Rubalcaba. «Me sorprende que Zapatero la queme en esta brega», le digo. «Aún no está en 2012», responde; «busca el efecto psicológico de ganar algo en 2011». El caso Gómez no estaba en el guión previsto. Comentaristas conservadores que antes lo despreciaban encuentran ahora en Tomás trazas de líder planetario. Empatan en odas emotivas con los Blanco y Zapatero de antes, los que veían al joven Gómez como el Moisés llamado a sojuzgar las madrileñas aguas del mar Rojo. «Le alienta la derecha», me dice el ex. «Le alientan los cuadros medios del PSOE madrileño y los que aún quedan de la vieja guardia», apunto. Zapatero acaba de decir que él no se juega nada en este lance. Frente a la interpretación más extendida –el jefe teme la derrota–, mi análisis es otro: ha captado la fuerza con que sopla el viento del desafecto interno y trata de preservar a Jiménez del efecto adverso de un padrinazgo excesivamente presente. Hay que liberar a Trini de esa soga. ¡Liberad a Trini para que vuele sola! Creo que el presidente llega tarde. El partido, en Madrid, le ha perdido el respeto. Se rebela contra las instrucciones de Ferraz olvidando que fue también Ferraz quien aupó a Gómez a su actual desempeño. «Trini gana y Tomás muere», pronostica el ex colaborador. «No lo veo», le digo, «Gómez se mira al espejo y ve un Zapatero aún virgen». «No tiene hechuras», me dice. «Justo por eso gana», apuesto, sin estar muy seguro.