Granada
Profesores un oficio de alto riesgo
En las aulas se vive un auténtico drama a veces. En el curso pasado, el Defensor del Profesor recibió 4.000 llamadas.
Madrid- Educar no sólo es una cuestión difícil, a veces ejercer la enseñanza puede pasar a ser más bien una profesión de riesgo. Es entonces cuando el docente se convierte en la persona más vulnerable del aula. Así se vio la profesora del colegio público Federico García Lorca, de la localidad granadina de Fuente Vaqueros, cuando Estefanía C. F., madre de uno de sus alumnos, irrumpió en el aula en la que estaba dando clase y la agredió. Tres años de cárcel esperan a la agresora.
El teléfono del Defensor del Profesor, un servicio que ofrece el sindicato ANPE, no para de sonar con casos concretos en los que el docente denuncia las ocasiones en las que se ve desautorizado y represaliado por padres y Administración; órdenes que son sistemáticamente desatendidas por los alumnos; casos de agresiones verbales o físicas... En el curso 2009-10, un total de 3.998 profesores recurrieron al servicio de ANPE para denunciar situaciones angustiosas. Éstos son ejemplos de casos reales del drama que sufren algunos profesores en las aulas.
Conflictos con los alumnos
El 28 por ciento de los casos atendidos en el teléfono del Defensor del Profesor se refieren a problemas para dar clase. «Me está resultando difícil enfrentarme al grupo de 3ºC de la ESO. El problema surgió desde el inicio del curso con dos alumnas: a una la encanta ser el centro de atención y la otra disfruta riéndole las gracias. Hacer ruidos extraños en medio de la explicación, tararear, hablar por el móvil en voz alta o enfrentarse a mí cuando les llamo la atención es ya tan habitual que me está creando un verdadero problema. Ven que no se adopta ninguna medida y las alumnas se crecen».
Las conductas agresivas de alumnos hacia sus compañeros suponen el 14% de las llamadas: «Le encontré por el pasillo remoloneando entre clase y clase. Iba triste y con la cabeza baja, incluso me pareció que tenía los ojos llorosos. Le pregunté qué le ocurría(...). Se echó a llorar y me confesó que dos compañeros le habían grabado en el móvil mientras se burlaban de él, le empujaban y le daban collejas. Estaban enseñando el vídeo a otros compañeros y le amenazaban con colgarlo en internet (...). Tenía miedo a contarlo porque ‘‘no se iba a poder hacer nada y después iba a ser peor''».
Las agresiones de alumnos a profesores suponen el 9% de las llamadas: «Siento impotencia, enfado, miedo. Unos alumnos han puesto mi vida en juego. Yo tengo que desplazarme todos los días en coche desde mi casa a mi lugar de trabajo. Ayer, desde lo alto de una pasarela me lanzaron una piedra de considerables dimensiones que a punto estuvo de provocar un accidente de tráfico. Todavía no sé cómo pude controlar el coche».
Mayor porcentaje suponen el acoso y las amenazas de alumnos, un 22 por ciento: «Mientras repartía los exámenes, una de mis alumnas dice dirigiéndose a mí: ‘‘Vaya examen de mierda. No lo voy a hacer''. Hice como que no oía y seguí repartiendo. Ella con el bolígrafo comenzó a golpear la mesa y a hacer comentarios en tono elevado y despectivo. Harto de su actitud, le dije: ‘‘Si no quieres hacerlo no lo hagas, pero no hagas perder el tiempo a tus compañeros''. La reacción fue instantánea: ‘‘Eeres un hijo de puta y te voy a dar un guantazo(...). Mi padre te va a dar de hostias''. Me temo que se cumpla la amenaza. No es la primera vez que el padre ha pegado a algún alumno».
Grabaciones, fotos, internet... suponen un 10% de las comunicaciones: «Dos profesores hemos descubierto que aparecemos en internet. Se podría pensar que es una chiquillada más si no fuese por las graves acusaciones que de nosotros se hacen en estas páginas, ya que en ellas se atenta contra nuestro honor y dignidad como profesores y como personas».
Daños causados a propiedades y pertenencias (8%): «Cumplió la amenaza. Cuando salí del centro encontré mi coche hecho una pena, habían pintado con pintura negra parte del vehículo y habían roto los espejos retrovisores».
Problemas con los padres
Agresiones de padres o familiares (2%): «Después de haber llamado la atención dos veces a un alumno para que dejase de hablar por el móvil me acerqué a él y se lo quité(...). Hoy, cuando salía del instituto en compañía de mi hija apareció el padre de un alumno y delante de otros chicos y de mi propia hija se dirigió a mí y sin mediar palabra me agredió física y verbalmente. Tengo por los suelos mi autoestima ya que, además del daño físico, me siento humillado e impotente ante el sentimiento de angustia que este hecho ha provocado en mi hija».
Amenazas de alumnos y padres (24%): «Un alumno de 17 años me tiene amenazado. Tengo miedo porque, además de sufrir en clase sus enfrentamientos y amenazas, tanto él como su familia son personas problemáticas y agresivas; ya han actuado en otras ocasiones de forma violenta contra alumnos y profesores. Cuando salgo del instituto me están esperando, me han llegado a empujar. Incluso, en alguna ocasión, uno de ellos llevaba un palo en la mano. Temo por mi integridad y mis compañeros se turnan para acompañarme».
Denuncias de los padres (18%): «Vi cómo amenazaban y agredían a un alumno por haber realizado los ejercicios que la profesora había mandado porque ellos no los habían hecho y habían obtenido una nota negativa (...). Llevé al agresor a Jefatura. Por el pasillo me dijo: ‘‘Te vas a enterar, voy a decir que me has pegado''. Los padres le han creído y me han puesto una denuncia».
Presiones para modificar las notas (7%) : en ocasiones se obliga a un profesor a aprobar a un alumno con argumentos como el siguiente: «Pillarle copiando no es razón suficiente para suspenderle, puede ser que la chuleta no fuera tal, sino un resumen que se había hecho y que sin darse cuenta se le había caído del estuche».
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