Actualidad

Algo más que un combate: por Paco Reyero

La Razón
La RazónLa Razón

A Jack London lo enviaron como reportero del New York Herald a cubrir el combate del siglo entre Jeffries- «la gran esperaza blanca»- y Johnson - «el gigante de Galveston»-. Durante diez días vivió en Reno, Nevada, y concluyó que «la resistencia no es sólo la capacidad de asimilar el castigo, sino también la capacidad de administrarlo y seguir administrándolo». Aquella pelea vino a partir el mundo en dos e hizo que América se asomara al acantilado de sus abismos. En estas elecciones andaluzas, España -como nunca antes porque hace dieciocho años que la región no celebra comicios separados de los nacionales- ha fijado el foco periodístico en Andalucía para descubrir, igual que London en aquella misión de reportero, los abismos de treinta años de poder omnímodo socialista. Todo concluye, pero obsérvese con desconsuelo, la soltura con la que una interpretación abyecta del poder, patrimonializa y contenta con ilusionismo de barraca a una comunidad de nueve millones de habitantes. La lucha entre clanes socialistas ha sido esencial para aventar la corrupción; el silencio era la norma. A Chaves cabe atribuirle el mérito de gestionar esta falsa felicidad de migajas, narcotizada con subvenciones y promesas; Griñán, al cabo, después de tres años, apenas habrá venido a hacer inventario y vender el ajuar del ducado socialista. Arenas traía de serie esta noción de resistencia que mencionábamos antes y, sin reparos, ha administrado el castigo de la corrupción. Curtido por las intermitencias del poder y su abstinencia, al regresar en 2004 hizo de la conquista del gobierno autonómico el centro de su itinerario vital, como si quisiera resarcir una deuda personal. Esto, como ustedes ven, no sólo debería ser un combate de boxeo.