Novela
Seguiremos fumando
En España, la nueva ley del tabaco no se está llevando nada bien. A la insumisión de distintos bares y la constitución de sociedades gastronómicas se unen ahora los clubes de fumadores. ¿Qué es eso? Pues nada, una vuelta de tuerca más de la picaresca española. O lo que es lo mismo, un grupo de fumadores que abren un local al lado de su bar en el que se fuma. Le llaman club e incluso hacen los pertinentes carnés, pero en realidad no es más que un local contiguo, al que el cliente del bar se puede llevar una cerveza y tomársela mientras se fuma un cigarrito. Vamos, que aquí los fumadores no se resignan a que lo suyo sea la calle. Y ahora que hablamos de la calle, diré que es increíble lo que huelen a tabaco las terrazas con estufa y cigarro. Es curioso, porque mientras los locales que antes apestaban a humo, ahora exhalan un perfume a humanidad, a veces difícil de soportar, ahora el olor a tabaco se concentra en las aceras. «Seguiremos fumando», dicen algunos como si fuera un signo de valentía… Pero lo que es, no hay duda, es un signo de estupidez. Fumar es de tontos. Lo sabemos bien los que hemos sido fumadores en algún momento de nuestras vidas. Y si la ocasión nos conduce a abandonar el hábito, pues chico, lo suyo es aprovecharla. Con un poco de suerte, hasta el Gobierno pone su granito de arena y prohíbe la venta del ya prohibido tabaco…¿Qué eso no lo hará? Ya. Yo tampoco lo creo. Por eso seguiremos fumando.