Literatura

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Colinas arriba

La Razón
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No es extraño que Colinas defina el motivo de su poesía como superación de la «dualidad del ser». Desde que, en 1975, apareciera «Sepulcro en Tarquinia», su quinto libro, sería catalogado (¿sepultado?) como «un clásico en vida». ¿No era un arma de doble filo, a sus 29 años, aquella póstuma filiación? Lo que muestran estas poliédricas mil páginas es que le aguardaban muchas dualidades por resolver. Como un paciente homeopático, empezó por desdoblarse: profundizar en sus raíces del campo leonés desde la luz ibicenca; una balconada hacia la Europa mediterránea, y, luego, una poda para su viaje interior, metafísico, oriental, platónico y presocrático, como se ve en «El laberinto invisible», inédito que cierra el volumen. Su obra en apariencia pétrea está hecha de poesía líquida, grumo a grumo, como un hormigueante dietario. En apariencia sólo bibliófilo, hay detrás un sentido trabajo de campo. Y es no sólo el complementario poeta cívico de «Los silencios de fuego», sino, entre sus coetáneos, un atípico dialogante con la reciente tradición ibérica, desde A. Machado a C. Rodríguez (véase «Suite castellana»), junto a García Baena, Espriú, o sus devocionados Zambrano, Aleixandre y Juan Ramón... En tiempos minimalistas e internáuticos es de celebrar este contundente volumen de una voz a la vez extemporánea y «autobiográfica», que también se levantará tras este sepulcro en Siruela.

 


«Obra poética completa»
Antonio Colinas
Siruela
968 páginas. 29,95 euros.