Bruselas
Kempe: «Washington y Bruselas se cuestionan su relación transatlántica»
Para el presidente del Atlantic Council de EE UU, Fred Kempe, no hay duda de que las relaciones entre Washington y Bruselas no pasan por su mejor momento. «En Estados Unidos hay un consenso que puede ser peligroso y es que la relación transatlántica ha llegado a su fin y ha llegado el momento de que Washington se plantee otras relaciones.
En la UE hay un nivel de escepticismo muy parecido. Se plantean si la relación vale la pena o no», expuso Kempe durante su conferencia en el Campus FAES, ayer en Navacerrada. Especializado en economía y durante tres décadas periodista de «The Wall Street Journal», Kempe indicó que el «peligro mucho mayor que amenaza a la comunidad global sería el fracaso norteamericano de plantearse la deuda y la competitividad. Estos problemas económicos representan una amenaza mayor, más profunda, a la seguridad nacional estadounidense que cualquier acto extremista violento, que por supuesto sigue siendo una gran amenaza».
Bajo el título de «Una Europa firme en un mundo cambiante», Kempe explicó cómo la debilidad económica en EE UU y la UE afecta a «nuestra decisión política de emprender acciones más allá de nuestras fronteras». Como ejemplos, parafraseó al ex secretario de Defensa de EE UU Robert Gates, quien dijo que «una nueva generación de líderes norteamericanos quizá no quisiera seguir invirtiendo en la OTAN» y dio una cifra: «Ahora mismo el 75% del presupuesto total de la OTAN está pagado por Estados Unidos; antes era un 50%». Kempe ve como solución que «ambos lados del Atlántico» se conviertan en economías dinámicas, innovadoras, que resulten atractivas como socios comerciales. «Éste sí es el más importante de los desafíos».
«Hay muchísimo en juego», dijo Kempe en relación a las revueltas árabes, ya que «son un problema para Irán o Al Qaida» y una oportunidad para Israel. «Aunque hay amenazas a corto plazo, la ventaja a largo plazo de estar rodeado de democracias puede ser una palanca que daría lugar a una vida pacífica y estable». Además, añadió que «los europeos tendrán que asumir su carga igual que lo han hecho en Libia en términos militares». De hecho, «son los que más van a padecer los fracasos de estas revoluciones». Europa les tiene que abrir sus mercados.
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