Fredrik Reinfeldt

La Arabia Saudí del feminismo

El «caso Wikileaks» ha derivado en el «caso Assange» desde que la Fiscalía sueca dictó el 18 de noviembre una orden internacional contra Julian Assange, acusado de violar y agredir sexualmente a dos mujeres. Desde entonces, la situación legal del ex «hacker» australiano ha eclipsado las filtraciones de los cables diplomáticos de Estados Unidos.

El líder de Wikileaks, el australiano Julian Assange, ha sido denunciado por las suecas Sofia Wilen y Anna Ardin por violación y agresión sexual
El líder de Wikileaks, el australiano Julian Assange, ha sido denunciado por las suecas Sofia Wilen y Anna Ardin por violación y agresión sexuallarazon

Acorralado por la Justicia sueca, Assange se ha defendido como gato panza arriba contra su extradición al país nórdico, al que compara con la «Arabia Saudí del feminismo» por su estricta legislación sobre delitos sexuales. El fundador de Wikileaks pone en duda, además, la imparcialidad de la Justicia sueca y de la fiscal que lleva el caso, Marianne Ny, una reconocida feminista.

Desde Suecia no se hizo esperar la respuesta del primer ministro, Fredrik Reinfeldt, que lamentó «que los derechos y la posición de las mujeres reciban tan poca atención cuando se trata de cuestiones así». En un país donde los ideales feministas han sido asumidos por todos los partidos desde hace treinta años, Reinfeldt recordó que «es importante que nosotros en Suecia hayamos llegado a un punto en el que no se aceptan violaciones ni abusos sexuales».

Suecia es un país pionero en la igualdad entre hombres y mujeres desde que en los setenta el Partido Socialdemócrata enarboló la bandera del feminismo. La mujer se ha integrado plenamente en la vida política, como muestran un Gobierno y un Parlamento prácticamente paritarios. Además, el permiso parental de 480 días y las subvenciones a las guarderías han propiciado una elevada tasa de ocupación femenina (80%) y el aumento de la natalidad (1,9 hijos por mujer).

Inger Berggren, presidenta del Banco Mundial de Mujeres, una fundación que concede microcréditos a las mujeres emprendedoras, explica a LA RAZÓN que «durante los últimos cincuenta años las suecas han luchado para obtener la igualdad y estas mujeres independientes y fuertes pueden asustar a gente que viene de otros países». A la hora de hablar sobre el feminismo, Berggren aclara que, «mientras que en España la palabra es vista como algo negativo, en Suecia todas las mujeres son feministas porque quieren ser iguales que los hombres y trabajar con ellos».

Suecia es el país donde se denuncian más agresiones sexuales al año (53 por cada 100.000 habitantes, frente a las 5 registradas en España). Este dato es resultado de que las mujeres no tienen miedo a denunciar al estar amparadas por la ley. El Código Penal contempla tres tipos de violación: la «severa», que implica violencia física y es castigada con hasta diez años de cárcel; la «normal», que puede acarrear violencia (seis años de pena); y la «coacción ilegal», sin violencia, pero ejercida contra la libertad de la mujer, que se castiga con cuatro años.

Assange, que aún no ha sido acusado formalmente, se enfrenta al tercer tipo de violación. Anna Ardin y Sophia Wilen le acusan de haberlas obligado a practicar sexo sin usar preservativo el pasado mes de agosto en Estocolmo. En un primer momento, la opinión pública sueca se decantó a favor del líder de Wikileaks, al que se le consideraba víctima de una conspiración. Sin embargo, la situación cambió tras la publicación en internet de un informe policial que mostraba pruebas de lo que denunciaban ambas jóvenes.

«Tenemos que hablar»

Precisamente, la acusación contra Assange ha abierto en Suecia un debate social sobre cuándo se puede decir que una relación sexual es o no consentida por la mujer. La periodista Johanna Kolionnen denuncia que «hay un problema estructural en la legislación» porque es difícil establecer las fronteras de estos delitos. «Tenemos que hablar de ello» es una frase habitual estos días en foros de internet, redes sociales y medios de comunicación suecos.

Como resultado de las denuncias contra Assange, «una puerta ha sido abierta para una discusión sobre el sexo», cree la periodista Rebecka Aahlund. «Las agresiones sexuales más frecuentes son perpetradas entre personas que se conocen y abrir un diálogo sobre el tema es verdaderamente importante», comenta.

Como dueña de su vida, la mujer sueca se enfrenta a la triste paradoja de que ser libre sexualmente es confundido frecuentemente por los hombres con ser una mujer fácil. O, como resume Berggren, «muchos hombres no entienden que parar es parar».


Sólo es el principio
Pese a los avances logrados en las últimas décadas, las feministas suecas advierten de que la discriminación no ha terminado, especialmente en el mercado laboral. «Cuando una mujer es joven goza de la misma igualdad que su compañero. Pero si tiene hijos, todavía se ven rasgos de desigualdad en la casa, pese a que los hombres comparten el trabajo doméstico.

Además aún hay discriminación en la empresa privada, donde la presencia de la mujer en los consejos de administración roza el 22%», critica Berggren. En el mismo sentido, se pronuncia Anita Nyberg, profesora del Instituto Nacional de Vida Laboral: «El permiso parental estimula a la gente a conseguir experiencia laboral antes de tener hijos y también a volver al trabajo. El problema está en que son la mujeres las que utilizan la mayor parte de ese seguro. Y eso suele ser una desventaja para sus carreras, pues, cuando vuelven al trabajo, descubren que se han quedado retrasadas en la evolución salarial y en su desarrollo profesional».