Barajas
Prisión para dos etarras diez años después de atentar contra Landaburu
Casi diez años después de que el periodista Gorka Landaburu sufriera un atentado con carta-bomba que la causó graves amputaciones en sus manos, el juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska ha acordado la prisión provisional de los etarras Oskarbi Jauregui y Xabier Makazaga por esta causa.
El magistrado –que tomó declaración a ambos el pasado martes– les imputa los delitos de asesinato terrorista en grado de tentativa y tenencia y transporte de explosivos con fines terroristas. La investigación fue archivada por última vez el 28 de diciembre de 2006 por el juez Juan del Olmo (en sustitución de su compañera Teresa Palacios), durante la anterior tregua de ETA, dos días antes de que los terroristas atentaran contra la T-4 del aeropuerto de Barajas. Pero Grande-Marlaska la reabrió el pasado 20 de enero a instancias del abogado de Landaburu, José María Fuster-Fabra, y con el respaldo de la Fiscalía de la Audiencia Nacional.
El periodista recibió la carta-bomba el 15 de mayo de 2001 en su domicilio de Zarauz (Guipúzcoa). El sobre, con el logotipo de Elkarri (una publicación a la que el periodista estaba suscrito) no despertó las sospechas de Landaburu. En el auto de prisión, al que ha tenido acceso LA RAZÓN, el magistrado asegura que el paquete-bomba «pretendía causar la muerte de Gorka Landaburu». Según Marlaska fue la etarra Ainhoa García Montero, «Laia», quien ordenó a Jauregui y Hodei Galarraga, ya fallecido, que inspeccionaran el domicilio y el buzón de la vivienda del periodista. Ellos fueron presuntamente los encargados de falsificar en un sobre el logotipo de la revista Elkarri, que entregaron a García Montero, «quien una vez elaborado el paquete-bomba» se lo dio a Makazaga. Jauregui habría introducido la carta en el buzón «entre el 11 de mayo y la tarde del 14 de mayo de 2001». Galarraga le ayudó a trasladar el artefacto explosivo, siempre según el relato del instructor.
El juez Grande-Marlaska sustenta los indicios contra ambos etarras en una «nota manuscrita de reconocimiento y descripción de los hechos (kantada)» atribuida a Oskarbi Jauregui, que se ha negado a realizar la prueba caligráfica para ratificar o descartar su autoría. No obstante, el juez ya ha solicitado al centro penitenciario Madrid V documentos manuscritos de la reclusa «que obren en sus archivos» para compararlos con esa nota.
El citado escrito fue incautado en la vivienda de los etarras Juan Antonio Olarra Guridi y Ainhoa Múgica en la localidad francesa de Bergerac, en noviembre de 2002, y está incorporado a la causa en un informe de la Comisaría General de Información de la Policía.
Se niegan a declarar
Tanto Jauregui como Makazaga se negaron a declarar ante Marlaska, que informó a ambos (actualmente en prisión por otras causas) de la reapertura del sumario y de su condición de imputados. Ese mismo día, compareció ante el juez García Montero (que ha sido entregada temporalmente por las autoridades francesas, pues está encarcelada en el país vecino). La presunta etarra se negó a ser juzgada por estos hechos y, por ahora, no ha sido imputada (dado que esta causa no está incluida entre los motivos de la entrega).
El abogado de Landaburu se mostró ayer satisfecho del impulso que ha experimentado la investigación. Fuster-Fabra aseguró que «de la misma manera que se ha demostrado que, aunque ETA está muy débil no se ha cruzado de brazos, los abogados de las víctimas seguimos trabajando para que haya justicia».
Salvó la vida gracias a un sillón que amortiguó la onda expansiva
- El 15 de mayo de 2001 la banda terrorista envió una carta-bomba al periodista Gorka Landaburu, que sufrió graves mutilaciones en las manos y pérdida de visión.
- Landaburu salvó la vida gracias a que un sillón de su domicilio de Zarauz amortiguó la onda expansiva.
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