Lima
Perú entre la sartén de Keiko y las brasas de Ollanta
A los peruanos sólo les quedan dos alternativas por elegir a su futuro presidente: Keiko Fujimori y Ollanta Humala. Con estos candidatos, para la mayoría de los electores la cita del domingo en las urnas se ha convertido en un vía crucis al que acudirán sin agrado ni convicción.
En la primera vuelta de abril, el nacionalista alcanzó el 27% de los votos emitidos y la hija de Alberto Fujimori el 20, ambos lejos del 50% que les hubiera permitido ganar de inmediato el cargo de presidente. De los 10 candidatos que se presentaron, estos dos eran los que generaban más resistencias entre los ciudadanos. Pero la historia se repite, los antisistemas aglutinan el voto de castigo de los peruanos, cansados de la clase política, marcada por la corrupción y la inoperancia. Sin embargo, para muchos votar por Fujimori o por Humala es una encrucijada, pues las constantes denuncias sobre polémicos episodios de su pasado y personajes allegados a ellos han hecho que migren entre uno y otro candidato. En este contexto poco valen las propuestas emblemáticas o las ideologías, lo que cuenta es quién será menos nocivo para sus intereses.
Y es que ambos líderes buscan desesperadamente moderar su imagen. El candidato presidencial por Gana Perú pidió a la población que en esta segunda vuelta electoral le dé una oportunidad para ganar su confianza. «Podemos cambiar las cosas, tal vez por primera vez en nuestra historia podemos unirnos los peruanos para hacer un buen gobierno. Estoy proponiendo un gobierno en el que el pueblo participe activamente. No pretendo que me regalen su confianza, quiero la oportunidad de ganármela», expresó. Por su parte, Keiko Fujimori, en una rueda de prensa celebrada ayer en Lima, defendió la gestión de su padre, Alberto Fujimori, como «la mejor de la historia» y aseguró que al modelo neoliberal hay que adosarle «un programa de distribución del ingreso con carácter social». Keiko juró que si sucede a Alan García «no indultará» a Fujimori, porque «no llego a la Presidencia para resolver mis problemas familiares».
Según la última encuesta conocida ayer de Ipsos, Keiko y Humala siguen prácticamente empatados. En dicho sondeo Fujimori logra un 51,1% de los votos válidos y el ex militar un 48,9%. Para los analistas, estas elecciones serán decididas por los indecisos, pues en los sondeos figura que los votos en blanco y los anulados intencionalmente alcanzan un 11%, una cantidad que puede romper el estrecho empate para cualquiera de los candidatos.
La campaña llega a la selva
Iquitos, en el corazón de la selva, es una ciudad caótica y decadente. Sus calles bulliciosas, infectadas de motocarros y de niñas indígenas que ofrecen sus cuerpos conforman un laberinto que de-semboca en el Amazonas. En el mercado llueve torrencialmente. Monos de pequeño tamaño e incluso osos hormigueros se venden a los campesinos. Sobre las mesas carne de lagarto y gusanos que los locales comen a la parrilla, bien regados por un caldo. Entre los puestos, Purificación discute acalorada: «Hay que dejar a la señora Keiko que haga su gobierno antes de criticarla». A su lado Wilfred sonríe desafiante, él prefiere a Humala. «No voy a votar a una mujer japonesa, además los japoneses no creen en Dios, creen en Buda, no son de fiar», afirma.
Desde allí tomamos una canoa para recorrer Belén, una especie de favela flotante también llamada la pequeña Venecia, aunque la única similitud es que las casas están sobre el agua y la única forma de desplazarse es con barquitas. Las insalubres aguas apestan y la gente que vive aquí es muy pobre. El nivel del agua está supeditado a la crecida del río Amazonas. Cuando está bajo el nivel del río es todo un fangal, casi imposible de andar. Hasta aquí también llegó la campaña, carteles de «la China» ilustran los muros de las cabañas de madera que emergen de entre el lodo. También se ve alguno de Ollanta, aunque en esta zona, la partida parece ganada para los Fujimori.
Para adentrarnos en el Amazonas tomamos una lancha desde el puerto de Iquitos hasta llegar a la región de Pucalpa y arribar a la aldea 20 de Enero, con apenas 150 habitantes, descendientes de los cocamas. Allí nos recibe Mario Guerra, el líder de esta comunidad que nos aclara: «En esta comunidad nos decantamos más por Keiko, aunque también pensamos que Humala podría acabar con la corrupción. De todas formas hasta aquí no llegó ningún candidato. En la selva es difícil que el Gobierno actué, somos siempre los olvidados».
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