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Julio Cuesta: «Tenemos que mantener el sur el corazón y la emoción de la vida»

Julio Cuesta: «Tenemos que mantener el sur el corazón y la emoción de la vida»
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SEVILLA- Una sonora ovación se escuchó el pasado jueves en Sevilla. La dieron al unísono las personalidades clave de la empresa y la sociedad de la ciudad hispalense para homenajear a Julio Cuesta, que se jubilaba de su cargo de director de Relaciones Institucionales de Heineken. La cara de una compañía que tiene a la cabeza a la cerveza Cruzcampo, que es casi como decir el plasma que llevan los sevillanos en su sangre.

–Ahora que ha llegado la jubilación. ¿Cree que se merece una Cruzcampo?
–Creo que cualquiera con cierto sentido del gusto no sólo se la merece, sino que se la tiene que tomar siempre.

–¿Es un buen momento para retirarse?
–Eso siempre llega por la propia evolución profesional, que va siguiendo un camino lógico. Llega un momento en el que la compañía tiene que seguir desarrollándose con otras personas. Eso significa mi jubilación.

–¿Con qué sabor de boca se va?
–Me quedo con el sabor de un enorme agradecimiento. He tenido la gran fortuna de haber tenido una función muy especial en una compañía muy interesante. En lo que ha significado para la propia empresa y para la sociedad, he tenido la suerte de hacerlo en un momento muy importante porque ha sido cuando la compañía ha sentado las bases para el futuro. Tenemos una fábrica nueva desde el año 2008 que será una factoría para el próximo siglo. Me produce una enorme satisfacción haber hecho mi trabajo y que se haya confiado en mí todo este tiempo.

–El pasado jueves se reunieron para homenajearle personalidades de todos los ámbitos. ¿Cómo se consigue lograr un consenso tan elevado?
–Creo que amor con amor se paga. Tengo un gran cariño a mi compañía, a Cruzcampo y un gran respeto por Sevilla y sus gentes. Si ellos han sido tan leales y tan fieles a Cruzcampo durante tantos años yo no tengo otra obligación que serlo a ellos. He procurado hacer las cosas bien, manteniendo una coherencia y una disciplina y siempre tratando de ayudar a la gente.

–El eslogan de Cruzcampo es «No pierdas el Sur». ¿Es una manera de llevar la contraria a los cuerdos?
–Evidentemente no puedes tener un buen norte si no estás bien orientado desde el sur. La parte sur de uno es siempre la parte emocional, la del corazón, mientras que la de arriba, la del norte, es la de la racionalidad. Es verdad que las cosas hay que hacerlas con mucha razón, pero es cierto que una buena cerveza tiene mucho de emoción. Tenemos que mantener el sur, el corazón y la emoción de la vida. También hay que recordar que la cerveza no es una bebida cualquiera. Es con la que se comparten las emociones, se tienen confidencias, se deshacen enfrentamientos. Es muy social y está siempre en los momentos alegres de la vida.

–Cruzcampo es casi un elemento más de la ciudad como el Betis, la Giralda o Curro Romero. ¿Cómo se consigue eso?
–Con una complicidad enorme. La gente ha asociado la felicidad con el producto que ofrece la compañía y es verdad que la ciudad no se comprendería sin Cruzcampo como tampoco lo haría sin la Giralda y sin Curro. La compañía ha estado siempre muy involucrada y comprometida con la ciudad, lo cual se demuestra en nuestra Fundación y eso lo sabe apreciar la gente. Creo que ese patrimonio intangible hay que defenderlo.

–Tengo un amigo que no entra en un bar como no haya un grifo de Cruzcampo.
–Ésa es la lealtad y la manera en la que se es fiel a un sabor, a una textura y a una manera de sentir.

–¿Usted piensa más en verde o en rojo?
–En los dos. Pienso en verde por nuestra marca Heineken, que es una excelente cerveza, y pienso en el rojo del corazón de nuestra Cruzcampo. También lo hago por el Real Betis Balompié, que es un equipo esencial de la ciudad, y por el rojo del Sevilla FC, que es un equipo muy importante. Sevilla no sería nada sin esos dos colores.

–¿A quién invitaría a tomar una Cruzcampo para solucionar la crisis?
 –A varios. Estoy dispuesto a tomármela con Ángela Merkel y con el presidente Obama. Ambos se sorprenderían, como Rajoy, y entonces los tres verían que se puede coincidir en muchas cosas. Encontrarían en ese producto un punto de conexión para llegar a un acuerdo, seguro.

–Se acaban de cumplir dos décadas de la celebración de la Expo'92. Como comisario del Pabellón de Cruzcampo, ¿cómo recuerda esa experiencia?
– Bueno, la Expo'92 fue el acontecimiento más grande que se ha producido en la ciudad desde que se firma la creación de la Casa de Contratación en 1503. Fue un enorme acontecimiento histórico y además ha dejado un legado de infraestructuras y medios como nada lo ha hecho antes. Eso por un lado. Por otro, en la memoria de los sevillanos a medida que pasan los años cada vez se mira aquel acontecimiento con más cariño. Eso está bien porque significa que estamos orgullosos de las cosas grandes que podemos hacer. En ese sentido, Cruzcampo hizo lo que tenía que hacer, que era tener un pabellón allí. Resultó que según todas las encuestas era el más popular. La razón es todo lo que hemos dicho antes: se daba un buen producto, había buen ambiente y era una oportunidad para que todos los sevillanos se dieran cuenta de que lo nuestro estaba a la altura de cualquier acontecimiento.

–También fue tesorero del Consejo de Hermandades. ¿Qué es más difícil, tratar con los «capillitas» o vender cerveza?
–Vender cerveza y cobrarla no es fácil. El mundo de las cofradías de Sevilla tiene una historia y unas peculiaridades muy especiales. Pero si uno decide relacionarse desde el ámbito de la franqueza no hay ningún problema.