Vitoria
Orejas de distinto peso y calado
- Vitoria. Segunda de feria de la Blanca, se lidiaron toros de Montalvo, manejables, atacados de kilos, cómodos de cara y nobles, el 3º el mejor. Menos de media entrada.- Rafaelillo, de grana y oro, estocada desprendida (ovación); pinchazo hondo, estocada trasera, tres descabellos, aviso (ovación). - El Juli, de grosella y oro, estocada entera caída (oreja); estocada trasera (ovación tras petición). - El Cid, de tabaco y oro, estocada casi entera (oreja); pinchazo, estocada trasera (ovación).
Hay orejas y orejas. Todas ellas reglamentarias, mayoritariamente pedidas por el respetable, aunque de distinto peso y trasfondo. Para muestra un botón, mejor dicho dos orejas, la que El Juli le cortó al primero de su lote, un toro noble, manejable, justito de raza, motor y fondo; y la que El Cid paseó del tercero, el más notable ejemplar de la corrida de Montalvo.
Zancudo, montadito y estrecho de sienes, el segundo en el orden de lidia embistió con la cara a media altura y tendió a aburrirse. Mansito y suelto tras un primer puyazo, El Juli corroboró el comportamiento del animal en un garboso quite por chicuelinas rematado con media verónica muy torera. Clarividente y lúcido, el maestro madrileño compuso un estructurado y medido trasteo, rico en el fondo y la forma. No dejó pensar al toro. Atacó con convicción, provocó las embestidas, calibró el embroque y empujó las acometidas hasta mucho más allá de donde quiso desplazarse el de Montalvo. Por el pitón izquierdo no fue posible la ligazón. El toro vino por dentro y se mostró más renuante. No fue problema para El Juli, que alegró con la voz y aprovechó los medios viajes imprimiendo cierta hondura. Ya es decir. Con el toro venido a menos el de Velilla se exhibió todopoderoso en la corta distancia. Hizo cuanto le vino en gana antes de pasaportar al astado de estocada caída.
A El Cid le correspondió el más armónico de los regordíos «montalvos». Suavón y pelín reservón de salida, el tercero rompió a embestir en el último tercio con celo, clase y transmisión. Aunque reunidas las series de muletazos, en ocasiones amontonadas, carecieron de sometimiento, por lo que el toro tendió a acostarse por dentro. No quiso meterse en harina El Cid, que se limitó a correr la mano en la media altura, vaciando los muletazos por alto. Fue la suya una faena bien presentada, aunque falta de consistencia. La buena colocación y fulminante efecto de la estocada con la que remató su actuación animó una petición atendida por el palco presidencial.
El resto de la corrida estuvo condicionado por el exceso de kilos de unos toros que, sin hacer un mal gesto, se vinieron abajo sin remedio. Con todo ello apunto estuvo El Juli de cortar un nuevo apéndice al quinto, de no ser por la cicatera actitud del palco presidencial. Todo se pega menos la hermosura.
El cartel de hoy
Toros de Victoriano del Río para Enrique Ponce, El Juli y Sebastián Castella.